Éramos alimentados y al mismo tiempo
alimento de la Vida, de la Naturaleza.
Poco a poco, aprendimos a construir nuestras
casas, nuestros cobijos, a producir nuestros alimentos, ayudados por la
Naturaleza.
Un día nos preguntamos el porqué, teníamos
que ser alimento de las fieras, de los animales irracionales, cuando nuestra
inteligencia, el ser los únicos creados a imagen y semejanza de Dios, siendo
sus representantes, sus enviados a la Tierra.
Protegimos: Nuestros cuerpos, nuestras
sociedades, nuestros cultivos, arrancando, quemando, destruyendo una franja de
protección, que impidiera a nuestros enemigos usarnos como alimento.
Pero es la Ley: Sólo la vida puede
alimentar la Vida.
Nuestras células muertas,
transportadas en el viento, sirven de abono y alimento a la Naturaleza.
Nuestros cuerpos: Quemados,
enterrados, lanzados al agua, sirven de alimento y abono a la Naturaleza, a los
gusanos que alimentan a otros animales, a los peces que nos nutren.
El comer y ofrecernos como alimento de
la Vida, nos permitió vivir en el Paraíso, nuestra semejanza con Dios, nuestra
negativa a ofrecernos como alimento, nos llevo al miedo, al no poder vivir y
ser felices, en una Vida que es alimentada sólo por la vida.
El ofrecimiento, no significa
irresponsabilidad, ni tan siquiera el vivir, descuidados de un cuerpo que nos
permite sentir que vivimos.
Todos defienden sus vidas, todos
procuran vivir, pero hay una aceptación que es ofrecimiento a nuestra Madre, a
nuestro Origen: La propia Naturaleza de la Vida, que siempre es lo que nosotros
somos, lo que el Universo es.
No es fácil entender o tratar de crear
un equilibrio que nos permita la Felicidad, sólo cuando lo tenemos, podemos ser
felices, pero lo Natural es no saber que lo estamos siendo.
Tratamos de saber lo que es la Vida,
pero olvidamos que Ella es lo que Es. Ni importa qué es lo que existe o deja de
existir, se manifiesta en cada uno siendo lo que Es cada uno.
Pero no por ello deja de ser Vida, la
Vida que cada uno Es.
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