A veces, no es el momento adecuado para cruzar el mar tormentoso, sin brújula o sin saber dónde queremos o debemos ir.
Otras,
no podemos esperar a que el mar se tranquilice para cruzarlo, que nos den una
brújula o alguien nos hable del lugar ideal para ir.
No
podemos calmar el océano, las tormentas, de los demás.
Pero
antes de iniciar el verdadero viaje, debemos meditar, para calmar, para
tranquilizar nuestro océano interior, para encontrar la tranquilidad en las
tormentas que vienen de todas direcciones.
Para
saber en la dirección que debemos ir, en nuestro viaje por el Universo que
cubre nuestro exterior e interior.
Es
cuando navegamos, dentro y fuera de las tormentas, cuando nuestro destino es
sólo el de navegar en ese océano, cuando nos transformamos en ola.
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