Si observamos la respiración, si
observamos otro punto cualquiera, incluso el dejar la mente en blanco y
percibirlo como vacío. Estamos siendo el observador, que mira su yo o el de
otras manifestaciones.
Incluso cuando olvida el nombre. La simple
percepción de uno mismo, la integración en un todo, o ser Uno con el Universo,
necesita de un yo, más o menos concreto, cuya manifestación es más o menos
consciente.
Incluso al viajar astralmente, siendo
fruto de la meditación o natural, no trasciende el yo. No importa que se pueda
viajar en otros planetas o Universos, el observador, sigue permaneciendo como
yo.
Todo ello, sólo es posible
permaneciendo en la dualidad, al no haber alcanzado la Dualidad, donde se
manifiesta el Uno, y que al estar las dos polaridades, no puede percibir una
mitad a la otra, una parte a otra, por lo que no puede existir observador o un
yo que perciba la Existencia, por Ser Existencia no individualizada que pueda
percibir sus polaridades.
La Meditación tiene como final, el
encuentro del Ser, en el que Meditación, meditador, observador, metas o el
propio hacer, han desaparecido de la consciencia.
Esto hace que la Existencia, la Vida,
Dios o algo considerado Absoluto, no pueda ser observado o percibido, al no
haber algo fuera de Él o Ella.
El conocimiento de ellos, sólo puede ser
una Abstracción, en la que tratamos de incluirnos en el Todo, dejando de
pertenecer a una u otra mitad, a una u otra parte o nivel de manifestación.
Es el Dios Sin Nombre, el Nombre
Impronunciable, el Vacío, el Silencio al no haber quien escuche la Vida o el
Vivir.
Nada cambia, el Todo permanece
inalterable en su Ahora, pues permanece inalterable, cuando es manifestado o
inmanifestado, cuando hay Universos o cuando no los hay, pues Él sólo permanece
como Absoluto, sin que algo quede fuera y pueda nombrarle o percibirle.
La palabra trascender, señala en este
entendimiento, ir más allá de algo, más allá de cualquier entendimiento o
lugar.
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