Le pedí a Dios que me amase, dándome una espada, sentí que no me comprendía, que me había armado.
Un
día corté mi ira, mis deseos, mi discriminación, mi insatisfacción, sin llegar
a entender por qué, comencé a sentirme amado.
Le
pedí a Dios que me diese Felicidad, durante años viví alegremente, satisfecho,
sin saber qué hacer con la Felicidad.
Le
pedí a Dios ayuda, y me dio soledad. Clamé por ayuda, y me dio compañía de
multitudes, a los que poder ayudar.
Cuantas
veces he pedido, creyéndome abandonado, no tuve más remedio que aprender a
amarme, amando a los demás.
Hoy
Dios me ha pedido, que por favor le deje encontrar cobijo, en un corazón, que
ha aprendido a amar.
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