Hoy son patatas de mi huerta, calabaza
de mi huerta, cebolla de mi huerta, puerro de mi huerta, y los ajos los he
tenido que comprar, pues los de mi huerta se han terminado hasta el verano,
siendo las hierbas aromáticas también de mi cosecha.
Siento tanto orgullo que la mayor
parte de lo que como, es de mi huerta, que a veces me tengo que poner una talla
más de ropa.
Desgraciadamente, las especias, el
agua, el gas, la luz, los ladrillos, la cocina, el frigorífico y algunas cosas sin
importancia, las hacen otros para que yo pueda cocinar.
El abono parte lo hago con hierba y
restos de lo que da la huerta y lo que recojo de vecinos o del campo. Además,
alguien, me da cagadas de oveja que no quiere y le hago el favor de cogerlas, para
mezclarlas con el abono vegetal.
Podríamos decir que no me hace falta
nadie, puedo respirar el aíre que es gratis, calentarme con el Sol que también
lo es, y la lluvia, los manantiales y los ríos me dan agua. Los árboles me dan
las ramas que no necesitan y la tierra, hace crecer las verduras que como.
En lo alto de la montaña, gritaba
desaforado, henchido de orgullo, ufano de mí mismo: No necesito a nadie.
Tras un rato de silencio, el Universo
me respondía, que Él tampoco necesita nadie. Es algo que hizo que me
preocupara, porque si no cuido yo mi huerta, el Universo tampoco lo hará, y se
estropeará y no dará alimento para los humanos, sólo para los animales: Corzos,
gusanos, insectos y cuanto comen sólo para que los carnívoros, tengan algo que
comer.
Verdaderamente, el Universo no nos
necesita a nosotros.
Así que si algún día no existo, echaré
de menos el comer de mi huerta.
Enhorabuena
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