Algo que durante años he dicho a las personas que han venido a terapia, en respuesta a sus insatisfacciones y quejas ante los problemas y dolores, a sus enfermedades y conflictos, es que cuanto nos sucede en la vida, tanto lo bueno y lo malo, es debido a que estamos vivos.
A veces cuando me preguntan que cómo
estoy yo, digo que mal o jodido, que me levanté por la mañana, pensando en
hacer algo fuera y estaba lloviendo, que me dolía el cuerpo, que no me había
llegado lo que necesitaba, que no había lo que quería comer, que se me había
estropeado algo y que al despertarme y abrir los ojos, había sentido gratitud
de estar vivo.
A veces, nuestro cuerpo la materia nos
parecen un sueño. Otras pensamos que somos simplemente una energía que se
manifiesta según las circunstancias y condiciones. Que somos un Espíritu
perfecto que no puede enfermar. Que somos un alma encerrada en un cuerpo
físico.
Lo que olvidamos es que esa energía
que se manifiesta en átomos, células, órganos, cuerpo, emociones, sentimientos,
mente, alma y espíritu, ha creado todas esas cosas en algo que se identifica
como yo o como nosotros.
Que siendo Vida, no percibiríamos el
vivir o al yo.
Todo cuanto creemos vivir, todas las
circunstancias que determinan lo que somos al vivirlas, son posibles solamente
porque estamos vivos.
Agradecemos las circunstancias, los
momentos, lo que nos hace sentir que vivimos y sobre todo cuando somos felices
y tenemos buena salud.
Pero cuando agradecemos el estar
vivos, no hay a nada ni nadie a quien agradecer, porque la Gratitud es a todo,
porque es a la manifestación de la Vida, al estar vivos, manifestando nuestra
Naturaleza de Vida.
No importa si somos energía, materia,
emociones, mente o alma, porque todo ello tiene que estar vivo, tiene que
formar parte de nuestro vivir, para poder manifestarse en lo que somos y
manifestamos como Vida.
La Gratitud de vivir, no es por lo
bueno o lo malo, lo que deseamos o rechazamos, sino por estar vivos y poder
vivirlo.
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