Siendo el único ser que había viajado
por esos lugares, que había estado en todos, dejó su marca, para que cualquiera
que llegase supiese que él había sido el único.
A su regreso, cuando henchido de
orgullo se reunión con Shakyamuni el Buda y sus discípulos, comenzó a contar
sus viajes.
Al terminar, el Buda sonriente abriendo su mano, le preguntó si la marca que había en ella, era la que había
dejado en ese Universo donde sólo él había estado.
Continuamente viajamos y nos movemos,
por lugares nunca hollados, nacidos en este Ahora.
Viajamos por cielos e infiernos, en
cada instante de nuestras vidas.
Nuestra mente, nuestras emociones,
nuestra alma, viajan a lugares donde creemos que nunca llegará nuestro cuerpo o
las otras partes de nuestro ser.
Olvidados de que nuestro Ser, no puede
moverse, no tiene dónde viajar, no puede ni tan siquiera conocer sus nombres:
Ahora y Aquí.
Todas nuestras marcas en los Universos
donde vamos, cielos o infiernos, cercanos o lejanos, no pueden sacarnos del
Aquí de nuestro Ser.
No importa cuándo y dónde vayamos,
porque siempre será en el Ahora de la Eternidad donde existe el Ser.
No hay que dejar de ir a nuevos
lugares, tener recuerdos, pero cuando nos llene de orgullo y de prepotencia,
recordemos que nada está fuera del Aquí y Ahora del Ser.
Que siendo el Ser, ya estamos en todos
los lugares en la Eternidad del Ahora.
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