EL SEXO

          Me pregunto a veces, si somos conscientes del origen del sexo.

          Los motivos, por los que el sexo tuvo que nacer.

          O simplemente, nos interesa: la pasión, el deseo, el desahogo, el olvido y satisfacerlos, sin importar sus consecuencias, sin importar quién o qué es nuestra pareja.

          Es tan fácil y cómodo, olvidar la responsabilidad, el por qué la Vida nos ha entregado el Poder de Crear, el poder continuar la manifestación de la Vida Eternamente.

          Creado para que el Universo pueda expandirse, cambiar, existir eternamente, manifestando esa entrega que la Vida materializa a través de su Naturaleza de Amor, a cuanto se manifiesta en la materia, en el alma, en el Espíritu. A cuanto es creado en la mente o las emociones, dando nacimiento a los sentimientos.

          Para crear todo ello, es para lo que fue creado el sexo: La unión en uno de lo masculino y lo femenino, para crear la individualidad dual.

          Nosotros lo hemos transformado en, herramienta de placer y desahogo. Lo que nos ha llevado a descargar a través de él, demasiadas frustraciones, demasiados miedos e insatisfacciones con nosotros mismos.

          Lo usamos como herramienta para conseguir el poder sobre los demás, el poder denigrar, avergonzar y hundir a otras personas, o simplemente para sentirnos poderosos, al poder decidir si damos o negamos placer a los demás.

          Nuestra falta de responsabilidad, nuestra falta de autoestima como seres humanos, nuestra cobardía, nos ha llevado a encontrar en el sexo una forma de poder o de abusar de los demás para sentirnos poderosos.

          El sexo no es malo, ni es bueno.

          El sexo es la forma de crear vida independiente de nosotros.

          El sexo es la forma como ha nacido y expandido el Universo.

          El sexo es la energía de Creación de la Vida en nuevas formas.

          Pero para que el sexo cumpla su función, para que sea usado correctamente, es necesario que nazca del Amor. El Amor es creado cuando hay amor, no sólo en el sexo físico, sino en el vivir de cada ahora, que nos crea a nosotros en aquello en lo que nos transformamos en los infinitos ahora de nuestra vida.

          Porque es la forma en la que el Sexo es practicado, la que crea nuestra sociedad, nuestra familia, nuestro ser y el Universo en el que existimos.