Sólo entonces y si lo han creído
oportuno, me han explicado los motivos de venir.
Como os he comentado en varias
ocasiones no tengo estudios, menos aún de medicina. De enfermedades apenas las
conozco y desde la okal, la penicilina y el piramidón, desconozco las medicinas,
incluso los nombres.
Parece que es difícil decirle a
alguien desconocido, sus problemas al mirarle los pies. Pero para mí no ha sido
nunca el decirle el nombre de la enfermedad lo importante, sino el posible origen
de los problemas. Obviamente, cuando ha venido con problemas generados durante
años, es porque desconocen su origen. Por lo que prefiero equivocarme yo, que
veo algo diferente a lo que esas personas ven en sí mismos, y pienso que
contarme el porqué de sus problemas, no resolvería el caso, que obviamente,
debe apoyarse en el cambio personal, el cómo ve la vida, el cómo se ve a sí
mismo.
Pero es el caminar que tenemos hoy
día: Contamos nuestros problemas, los síntomas, y nos mandan la misma medicina
que a cualquier persona que tenga esos síntomas y parezca que ha desarrollado
la misma enfermedad.
Todos somos diferentes, cada uno
somatizamos las vivencias de forma diferente, y a veces el llegar a un mismo
lugar, no podemos o no lo hemos hecho, siguiendo el mismo camino, las mismas
jornadas, con el mismo propósito.
Pero nos hemos acostumbrado, a que nos
interesen las cosas personales. Saber exactamente cómo y qué han conseguido. Los
sentimientos, dificultades, experiencias y todo cuanto esa persona ha vivido.
Creemos que si tomamos la misma
medicina, nos hará el mismo efecto. Si alguien que ha tomado una medicina tiene
los ojos azules, nosotros la tomamos soñando con tener los ojos azules.
Pero somos diferentes, incluso usando
su ropa, peinado y calzado, recorriendo el mismo camino y pisando en sus
huellas, lo que encontraríamos y alcanzamos, será siempre diferente.
Compartiendo un mismo zumo y bebiendo
del mismo vaso, nos sabrá diferente.
No por ello hay que dejar de preguntar
y escuchar, pero a veces no hay necesidad de conocer todos los detalles, porque
lo que nosotros viviremos si decidimos seguir al pie de la letra, lo que nos
han dicho, será diferente.
A veces cuando leemos un libro, sobre
todo, de prácticas y experiencia espirituales, tenemos la mente tan llena de lo
que tenemos que hacer y lo que vamos a encontrar, que perdemos todas nuestras vivencias
y la mayoría de las veces, si encontramos la experiencia que nos contaron, es
una experiencia falsa, creada por el deseo y la mente.
Es importante escuchar, pero para
ampliar nuestras propias experiencias, no para convertir las experiencias
ajenas en nuestras.
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