A veces, cuando leemos frases, dichos
o Sutras desde la perspectiva Zen, debemos conservar la Gran Duda de lo que
querrán decir las palabras escritas.
Todo es Buda, todo es Naturaleza de
Buda, por lo que no hay nada que buscar y nada que encontrar. Ya somos todo lo
que podemos ser, ahora tal como somos.
No hay meta que alcanzar, no hay meta
que buscar, no hay una meta donde podamos llegar, más allá del Aquí y Ahora.
Muchas de las personas que leen estas
frases, estos escritos de los Sutras, creen que es innecesario esforzarse,
porque tarde o temprano, alcanzaremos la Meta, regresaremos al origen.
Pero lo que nos dice el Zen, es que es
mucho más difícil y complicado, porque teniendo la Eternidad como límite, no
debería haber una meta que no pudiésemos alcanzar.
Pero lo difícil es estar en esa Meta,
justo Aquí y Ahora, tal como somos, manifestación de la Naturaleza de Buda.
Porque para estar en la Meta, sólo
sobra el yo. Ese yo que la alcanza, ese yo que sabe que ha alcanzado la
Iluminación, que ha regresado a su origen.
Porque como dice el Zen, no hay meta
que alcanzar. No hay un Buda que alcanzar, ni en el que podamos transformarnos.
El único problema es que tenemos que mirarnos y saber lo que somos, algo que
nos obliga a caminar incansablemente en pos de la meta que tenemos
necesariamente que alcanzar, para que sea innecesario hacerlo.
La Gran Duda no es desconfiar de algo,
sino que se trasciende cuando nos convertimos en ello. Siendo lo que siempre
hemos sido, no lo manifestaremos sin alcanzar la meta.
Siendo agua la lluvia, no puede caer
sin los océanos o dejar de caer cuando sólo hay glaciares. No es por falta de
agua por lo que puede dejar de llover.
La distancia que tenemos para
manifestarnos como personas, como seres humanos, es el hielo que impide que
crezca el amor en nuestros corazones. Y sin ser Amor, el yo no puede acoger a
Buda.
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