Pasados los 20, sin que hubiese leído
o estuviese interesado en leer ese tipo de literatura, sin poder argumentar con
los amigos que tenía, que ya consideraban extraña mi manera de ver las cosas,
le conocí a él. Conocido de uno de mis amigos, cuando comenzamos a hablar y se
refería a esos temas, al argumentarle sus explicaciones, decidió dejarme libros
que ampliasen mi argumentario.
Mi forma de entender, se separó de la
suya tras mi entrada en la filosofía Zen, paralela y aparentemente diferente a
la occidental, base principal de su razonamiento.
Encontré que ha profundizado más en su
convicción y compromiso con su forma de explicarse y entender, los amplios
conocimientos que tiene sobre esoterismo, budismo, incluso científicos de lo
que se va descubriendo en la explicación de la Vida y lo que somos. Al menos es
lo que sentí.
Al final, llegamos a la discusión, al
menos para él, mientras que a pesar de mi hablar con pasión, sigo simplemente
argumentando,
Mis Maestros o mi Maestro, nunca
intentó enseñarme o querer que yo entendiese su forma de entender o explicar
sus convicciones. Es algo que no entra dentro del Zen. Pero sus preguntas, sus frases
desmontando las estructuras de mi mente, que sustentaban mis creencias, me han
llevado a que cuando miro en mí, no encuentre una forma de creencia
estructurada o que pueda llevar a permanecer en mis argumentaciones, aparte de
principios que son Universales.
Mis argumentaciones, dependen más de
con quién argumento y sus puntos y líneas de percepción, que de algo
preconcebido o ideas firmes, que me obliguen a tener una Verdad por convicción.
Lo importante para mí es la estructura,
la lógica y sentido común, que la otra persona mantiene en sus entendimientos. No
me importa o no creo que lo que se ha inculcado o aprendido desde la mente, sea
lo que debemos creer como Verdad, sino aquello que hemos conseguido digerir y
asimilar de lo que hemos vivido en cualquier faceta de nuestras vidas.
En cristianismo, Jesús argumentaba con
los doctores de la Ley en el templo, cuando tenía 12 años. Probablemente los
doctores tenían gran conocimiento de las Leyes del Judaísmo, y dentro de lo
escrito, intachables. Dudo de que Jesús, hubiese leído, memorizado y recordase
las Leyes. Su argumentación provenía de haber experimentado al Padre.
Pero siguió siendo Jesús, siguió
siendo un buscador que caminaba en los caminos, sin saber dónde encontraría a
Cristo. Sólo cuando en la cruz, abandonó todo cuanto Jesús era, pudo encontrar
al Padre y al espíritu de Cristo.
En budismo y la filosofía oriental hay
dos pilares importantes, que añadieron nueva luz y perspectiva al budismo y fue
la fuente del crecimiento del pensamiento zen: La Dualidad del Uno y el koan
del sexto patriarca: “¿Cuál es tu Naturaleza Original antes de que nacieran tus
padres?”.
En Zen la dualidad, no son dos mitades
separadas. En Zen, no contempla el pensamiento de que lo importante sean los
padres de alguien, porque la pregunta, no se refiere a los padres de nadie,
sino a nuestra Naturaleza Original como Universo.
La pregunta que debemos hacernos es:
¿Cuál es nuestra Naturaleza Original, antes de que algo se manifestase?, porque
lo primero en manifestarse fue el Padre-Madre del Universo.
Qué Naturaleza es esa, que es nuestro
Origen.
Cada persona tiene una forma única de
entendimiento, una forma única de ver el Universo que le rodea. Pero tener una
visión, que no esté vinculada con el conocimiento o con lo que hemos entendido
de lo explicado o recordado por la mente, es lo que llamamos Consciencia o
Sabiduría, sin que importe sus amplitud o profundidad, siempre será la semilla
que nos permitirá alcanzar algo que no es el entendimiento de algo, sino el
penetrar en ello, trascendiendo la Dualidad.
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