No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 5 de febrero de 2023

LEY DEL ABORTO

           Nuestra humanidad, es visible y puede deducirse por nuestras Leyes, de nuestras sociedades y de la convivencia que hay derivada y hace necesario su creación.

          Obviamente, cualquier Ley, nace de su necesidad, porque no hemos sabido convivir con la humanidad y Dignidad, que se presupone en seres humanos.

          Las mujeres (los hombres también), conocen siglos, en los que la Ley no reconocía que tuviesen derechos. Podían ser vendidas, abusadas, violadas, asesinadas, sin que la Ley viese delito alguno, si el hombre aportaba una justificación de por qué lo había hecho: No saber cocinar, no tener las cosas arregladas cuando regresaba o porque al caerse se le veían las bragas o el corpiño.

          Los hijos se tenían, se mantenían unos años, en los que podían dedicarse a la mendicidad, al robo o a trabajar con su padre o su madre y después si no eran necesarios o comían mucho, podían venderse.

          Hoy nos parecen leyes que son abominables, pero que aun están vigentes en muchos países y que muchas veces, se hacen leyes que acortan las penas de abusadores, violadores o son amnistiados los delincuentes. La explicación televisada de algunos Jueces es que: Antes o después saldrían y que al no existir cadena perpetua, no es tan grave que lo hagan unos años antes.

          Tenemos también las leyes que hablan de la letra pequeña de los contratos, de las leyes, de acuerdos y de los prospectos de productos que no dicen todos los ingredientes y sus porcentajes.

          Es complicado este mundo de las Leyes, que se crean para proteger a una parte de la sociedad, que finalmente obliga a crear nuevas Leyes, que protejan de los abusos de lo que se protegió con la Ley anterior.

          El aborto ha existido desde hace siglos o milenios, así como el preservativo. Sin ellos, muchos de los grandes héroes de la antigüedad o mitológicos, se habrían encontrado al regresar de sus guerras, con un montón de hijos, nacidos de la intervención de los dioses.

          Pero hoy al parecer, son las mujeres, las que quieren controlar su vida. Las que quieren que la Ley las proteja, de tener que dedicar su vida a respetar lo que han creado, en lugar de divertirse, dedicarse a sí mismas, o vivir sin responsabilidad.

          Porque su libertad, está, en decidir si permiten que nazca la vida que ellas y ellos han creado o bien destruirla si deciden que no es el momento o que no les conviene. Sobre todo, si es pagado por los demás. Sí, las familias que no pueden tener hijos y los desean, tienen la obligación de contribuir a la destrucción de esa vida.

          Y es que crear Justicia con Leyes, es imposible, cuando lo que hay que mantener son Derechos.

          No es posible crear Derechos, sin limitar los Derechos de otros.

          Porque la única manera de obtener los mismos Derechos, es tener Dignidad, que nos lleve a tener responsabilidad de nuestras acciones, respeto por los demás y aceptar las consecuencias de esas acciones, desde el respeto, la benevolencia y entendimiento de los demás, de nuestra equivocación. Porque desde la Dignidad, no se ejerce el mal, el abuso o la violación de los Derechos de los demás.

          Me pregunto si no sería correcto aplicar esas leyes de la letra pequeña y de reflejar todos los ingredientes y contraindicaciones, para que podamos saber qué hacer y decidir, qué Derecho vamos a respetar.

          Saber y conocer lo que vamos a destruir, saber que estamos negándole cualquier derecho o libertad, al ser que hemos creado. Porque no sabemos exactamente lo que es, lo que vive en ese ser, no queriendo verle o conocer el latir de su vida, nos permite tomar una decisión, muchas veces, sin conocer la realidad de nuestros actos, al ser aceptados por la Ley y la sociedad.

          Hay también muchas veces que la decisión es traumática, que tiene que tomar una mujer, a veces sola y abandonada o presionada por el padre. Pero, incluso entonces, debe conocer el alcance de su decisión y decidir y ser ayudada a digerir esa decisión si es traumática para ella.

          Pero ampararse en la Ley, la costumbre, en el desconocimiento, para actuar sin pensar, sin saber el alcance de la decisión de destruir la vida que se ha creado, es responsabilidad de la pareja o al menos de quien firma, para que le sea destruida la vida en su interior, sin desear saber o conocer lo que se está destruyendo, es olvidar la condición de humanos.



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