PARÁBOLA 002: Un
viejo monje en peregrinación al Monte Wu-t’ai, morada de Manjusri, el
Bodhisattva de la Sabiduría. Tras largos meses, viendo en la distancia la
montaña. Preguntó, a una mujer mayor trabajando el campo. “Por favor dígame,”
“¿cuánto más debo continuar hasta llegar al Monte Wu-t’ai?” La mujer
simplemente le miró, profirió un sonido gutural y volvió a su azada. Tras repetir
la pregunta varias veces sin obtener respuesta. Pensando que la mujer era
sorda, continuó caminando, tras dar una docena de pasos, oyó a la mujer
decirle, “Dos días más, le llevará dos días más.” ¿Por qué no me respondió a la
pregunta antes?”.
“Usted hizo la
pregunta mientras estaba parado. ¡Tenía que ver cómo de rápido era su paso,
cómo de decidido su caminar!”
Un niño, pone una rama para salvar
unas hormigas que iban a morir en la crecida de un arroyo. Los dioses, cambian
su karma y le permiten vivir hasta una edad avanzada, en lugar de tan solo unos
meses.
Las hormigas alimentan los pájaros,
los pájaros son alimento de felinos y otros animales, esos animales son alimento
de otros animales y abono para las plantas con sus excrementos y sus cuerpos.
Trasladan semillas para que se cree el
bosque en grandes superficies, lo que produce leña, hogares, fuego, alimento y
todo lo necesario para que podamos vivir.
Nuestra vida pende de salvar a unas
pobres hormigas, que se van a ahogar debido a la lluvia que ha regado el bosque
y calmado nuestra sed.
Una anciana, no responde a una
pregunta, que difícilmente tiene una respuesta. ¿Cuánto continuará la vida en
la Tierra?, ¿Cuánto tiempo nos tomará encontrar la humanidad en nosotros?,
¿Cuándo entenderemos nuestra responsabilidad de cuidar la Tierra, para que
podamos vivir?.
Como la anciana con el monje, es una
pregunta que no tiene respuesta, si no miramos la sociedad que hemos creado y
el tipo de convivencia que tenemos, hemos tenido y parece que sólo camina hacia
su empeoramiento.
A lo largo del tiempo, siempre ha
habido una potencia o unas pocas que han dominado y esclavizado a las demás.
Ahora, tenemos una lucha por la hegemonía
de ser los que controlan y esclavizan o usan a los demás para su
enriquecimiento y poder. Pero ninguna de las candidatas es para llevar la
cultura, la humanidad y el bienestar a todos.
El pueblo se pregunta: Cuánto nos
queda, para vivir en una Tierra de paz, armonía, hermandad y que sea cuidada
por todos. La esperanza llora y se rinde ante la evidencia de las guerras,
hambre, necesidad, delincuencia, abuso y violación de la sociedad más débil.
Olvidando que es el Pueblo, el que
nutre de gentuza a todas esas organizaciones, gobiernos, organizaciones
criminales, abusadores y violadores. Que es el pueblo el que ejecuta las
ordenes de esa gentuza, el que comete los abusos y violaciones.
Como escribía ayer, nuestra cobardía
no tiene límites: Guerra de Ucrania y otras cuantas, olvidadas en las noticias,
abusos y violaciones, no sólo de mujeres, sino de cualquier ser más débil,
bullying entre los niños, silenciado por centros, maestros, compañeros y padres
de los abusadores. Sin que nadie se atreva a unirse al débil, incluso todos
los débiles, no para abusar o castigar la cobardía del abusador, sino para
impedir el abuso.
Son los ciudadanos rusos los que están
combatiendo, para apoderarse de un territorio ajeno. Son los ciudadanos rusos y
los mercenarios los que matan, abusan, violan y tratan de destruir lo que
encuentran para apoderarse de ello y ofrendarlo a su líder, el Putón.
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