No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 25 de febrero de 2023

RECUERDOS

 Los mismos colores que Moni.
          Acompañándome en mi niñez, me acuerdo de “moni”, una de las dos gatas que había en casa de mis abuelos. La otra era “negri”, que apareció un día y se quedó.

          Eran totalmente diferentes, ambas muy libres, la casa era abierta y las puertas no se cerraban, podían salir por la puerta o los tejados, siempre que les apeteciese.

          Negri, era arisca y no podíamos jugar con ella, mis tías y mi madre, estaban atentas cuando tenía crías porque se las comía.

          “Moni”, se metía en nuestra cama cuando se iba mi madre a trabajar, ponía la cabeza en la almohada, se tapaba y dormía con nosotros hasta que nos íbamos a clase. Cuidaba de sus crías, pidiendo que se le preparase un lugar donde tenerlos, y si coincidían podía atender las crías de “negri”.

          Tenía más sentimientos y sentido común, que nosotros los niños y jugaba y permanecía con nosotros, muchas veces cuando estábamos solos.

          Otra gata fue la de Bukkokuji, que tenía absoluta libertad para moverse por donde quisiese, y pocas veces estaba donde no debía. La recuerdo en varias ocasiones, cuando percibía algo diferente en mí y venía corriendo lanzándose en mis brazos, estuviese de pie o sentado.

          La recuerdo, enfrentada con un perro grande, que estaba molestando a sus crías, vino corriendo desde donde estuviese, para protegerlos.

          Recuerdo a un pastor alemán de la guardia civil, al que paseaban por la carretera y que varias veces tiró de quien le llevaba atado, para venir a que le acariciase. Cuando iba suelto, el primer día que corrió hacia mí, la guardia civil que le llevaba se asustó por si me atacaba, me dijo que estaba sorprendida, porque no había reaccionado así nunca cuando le paseaba.

          En casa de clientes o amigos, que tenían gatos poco amigables con las visitas, no por atacar sino por tímidos. Cuando han visto que se encontraba en mi regazo, recibiendo caricias, se han sorprendido, pues tenían conocidos que no sabían ni que tenían gato, porque desaparecía cuando había extraños.

          Por supuesto que he encontrado animales, que no se han acercado o que no han simpatizado conmigo. Pero en general suelo tener buena relación con la mayoría de ellos.

          Recuerdo un día que estando arrancando hierba y cavando para hacer una acera, en la parte trasera de la casa, alguien me empujó por detrás, al mirar quién era, había tres mastines del pastor que habían bajado desde arriba para verme. Uno de ellos, cada vez que me veía salir, bajaba corriendo para estar un ratito conmigo, hasta que le decía que volviese al trabajo.

          Pero nunca he tenido mascotas, las he cuidado cuando las ha habido donde estaba, he jugado con ellas, las he paseado, he llevado las vacas de regreso a las cuadras desde el prado, y ha tenido que salir el dueño, porque se habían desperdigado por todos lados. He estado con ovejas y otros animales, ocasionalmente.

          Siendo algo natural que nos intercambiemos los virus en las guarderías y en los juegos, que alcancemos la inmunidad por medio del contagio. Deberíamos pensar en que los animales, tienen enfermedades diferentes a las nuestras, su sistema inmunológico es diferente al nuestro, y el estar transmitiéndoles nuestros virus y enfermedades físicas y manías, una y otra vez, hasta que el virus se adapta a vivir en su organismo creándoles la necesidad de necesitar medicinas químicas, para curarse.

          Que nosotros seamos infectados con sus enfermedades y necesitemos adaptar nuestras defensas creando vacunas, es algo que a veces deberíamos pensar.

          Mi relación mayormente, ha sido con animales que podían salir o entrar, desaparecer por unos días y que jugaban conmigo cuando querían. Que gozaban de libertad para elegir y vivir, dentro de unas limitaciones.

          En una Tierra llena de carreteras y autopistas, con bosques destruidos, aguas contaminadas, especies desaparecidas y enfermedades producidas por nuestros herbicidas y plaguicidas. El futuro animal, estará en los que se adapten a vivir en la ciudad, puedan convivir con nosotros y nos sean rentables económica o afectivamente.

          Lo que nos llevará a la robótica, que podría llegar a los hijos.



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