Cuando leemos que el Universo, la Tierra o esta masa de células y átomos, son nuestro cuerpo. Lo primero es, creernos sus dueños, sus poseedores.
Olvidamos
que solamente somos sus células, sus átomos.
Porque
incluso ese montón de células, átomos, carne, huesos o fluidos, que creemos que
es nuestra posesión para existir en esta dualidad de la Tierra, solamente es
una célula de una sociedad, que nos alimenta, protege y consigue que podamos
vivir.
Un
cuerpo que no podría existir si dos células, de unas células de la Tierra, dos átomos
del Universo, no se hubiesen unido por casualidad.
No
tenemos cuerpos para servirnos de ellos, sino para vivir a su servicio.
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