El dedo del Maestro siempre señala la
Verdad, pero el ignorante sólo puede ver el dedo. Pero el Maestro perdió sus
manos miles y miles de años, antes de ser Maestro.
La Sabiduría debemos buscarla en
nuestro interior, pero cada vez que miramos, encontramos: rencores, envidias,
deseos, insatisfacción, y si miramos más profundo: un intestino lleno de
bacterias y heces, sangre llena de impurezas, órganos mal usados, y cosas que
no deseamos ver o conocer.
Todos conocemos que Dios y la Vida son
Todo, que formamos parte y participamos de su Naturaleza Divina, que el Maestro
es Todo para el discípulo. Pero seguimos buscando al Maestro que nos comunique
y explique la Verdad Absoluta, permitiéndonos encontrar la paz, la felicidad y
el amor.
Todos buscamos ese Mago, que nos
permita conocer la Magia de la Vida, que nos explique y obligue a vivirla, a
conocerla y poder hacer magia para que la Vida nos dé lo que deseamos y sea
como la hemos soñado, donde seremos el mago que decida lo que Es.
Obviamente, lo último que un Maestro o
Mago haría, sería enseñarnos su ignorancia, o incluso sus conocimientos, que
nos permitan saber y utilizar lo que ellos saben.
Cuando un manco, cuando alguien que no
tiene manos, señala algo con su dedo, nos dará igual que veamos el dedo o lo
que señala, porque lo único que no veremos nunca es lo que señala el Maestro o
el Mago.
Tratamos de conocer la Verdad del
Maestro o del Mago, para poder entender y manejar la Vida correctamente, pero
el Maestro no ha encontrado la Verdad, Él sólo ha aceptado perderla. El Mago,
cualquier niño sabe que su magia son sólo trucos, su Verdad no tiene valor para
nadie, que no quiera vivir engañado.
El simple hecho de que el Mago y el
Maestro, no tengan nada que hacer, que sólo se dediquen a decir cosas sin
sentido a los discípulos, para volverlos locos y que piensen que son Sabios,
por lo que les dicen, que son incapaces de entender. Permite al Mago y al Maestro
vivir, sin trabajar y que sean los discípulos quienes trabajen.
Cuando digo que mi mayor gratitud
hacia mi Maestro, es: Que no me enseñase nada, que no me diese nada, que lo
único que hacía era reír, llorar, contar historias de Buda o de algún Maestro
que se había muerto como cualquier ignorante, burlarse o darme contestaciones a
mis explicaciones, que no sabía a qué venían, miradas que me hacían pensar que
estaba diciendo gilipolleces o cosas sin sentido, y que al final no fue capaz,
incluso de transmitirme su ignorancia.
Fue un tiempo alejado de mi hogar, de
mi familia, de mis amigos, tras el tiempo pasado con Él, soy mi hogar, mi
familia, mi amigo, y no he conseguido encontrar la puerta para cerrarla y que
nadie más pueda entrar, ni siquiera yo. Probablemente entre las cosas que me
robó, estuviesen la puerta y la llave, dejándome indefenso para tener un hogar
donde cualquiera puede entrar y vivir en él.
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