Nos ha ayudado a conectar con una
parte que llamamos Divina, sin necesidad de serlo. Con un espíritu, que nunca
se ha separado del cuerpo o la mente. Que nos ha permitido, tener un yo, que no
impide que podamos vivir como un Absoluto, pudiendo decir que somos Buda.
Muchos son los logros de la Meditación,
que nos ha enseñado que hay que cultivar la Tierra, para tener comida, sin
faltarle al respeto. Que nos ha enseñado, que nada en la Vida tiene un solo
momento de inactividad, que podemos sentarnos y meditar eternamente, pero que
habremos abandonado el vivir que es la actividad natural de la Vida.
No importa cuánto tiempo podamos
permanecer meditando, el corazón no dejará de latir, los pulmones de respirar,
y todo nuestro cuerpo seguirá funcionando, permitiendo que podamos meditar.
Podemos parar nuestra mente, y
sentirnos orgullosos por ello. Pero realmente, si deja de pensar un momento, no
es porque se haya parado, sino porque no ha recibido nada que necesite ser
pensado.
Hay muchos métodos, siendo el de
observación de la respiración o contarlas en grupos de diez, los más usados. La
respiración, que permite nuestra existencia, sin necesitar el cordón umbilical,
que nos recuerda que somos los responsables de nuestra vida e independencia.
Siendo la Meditación, la que nos
recuerda que esa vida e independencia, es al servicio de esa Vida, ese Universo
que somos.
Observar sin intervenir, sin juzgar,
sin entrometerse o dirigir los acontecimientos, que nunca descansan, ni pueden
dejar de suceder: El Vivir de la Vida.
Hay muchas fases y experiencias que
pueden encontrarse en la Meditación. El ser conscientes de que el yo separado
del resto es innecesario, permite recobrar la actividad, sin aferramiento a
resultados o metas del yo, que hemos percibido como innecesario e inexistente,
en nuestro Ser.
Quizás, el aferramiento a las
experiencias, a lo que hemos encontrado en la Meditación, es la parte más
difícil, incluso más que encontrarlo. Encontrar y no saber usar, es lo que
hemos vivido desde nuestro nacimiento, pero es otro nivel, en el que hay que
olvidar muchos conocimientos, y escuchar a la Vida, la Naturaleza, al Universo,
al funcionamiento de las individualidades como Absoluto.
Porque es natural, que tras largos
periodos de Meditación, haya que lavar el cuerpo, cuidar la casa, la huerta,
cocinar, comer y recordar que en un Universo todo es importante. Nuestro
Espíritu, nuestra Naturaleza de Buda, no necesita meditar, el Universo de su
cuerpo, continúa funcionando sin su intervención, siendo uno cuerpo y Espíritu.
Por eso la percepción, se atribuye a la Creación de la Mente, llamada
Consciencia.
Pero no hay un yo, que vea o perciba
la separación de materia, mente y Espíritu del Universo, donde todo es aceptado
y respetado como es, y el Universo manifiesta el hacer de Absolutamente todas
las Individualidades como Uno.
El aferramiento más frecuente, es el
separar y encontrar confrontaciones o diferencias, entre lo Absoluto y lo
relativo.
Creemos muchas veces, que es estar
meditando y sentir la unión con Todo, es lo natural. Pero hemos perdido la
manifestación de nuestra Naturaleza Original, que no puede dejar de actuar al
servicio, de ese Todo, que decimos haber encontrado durante la Meditación y que
nuestra mente analiza y compara con nuestra actividad al servicio de Buda.
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