En cambio en occidente, tanto en las
filosofías, religiones y mitologías, el sufrimiento tiene origen en el
conocimiento y en el deseo de poder.
Cuando en la Biblia, comienza el
camino del hombre, este nace y vive en el Paraíso. Rodeado de cuanto se pueda
soñar, sin carencias, sin deseos y en compañía de Dios, con el que pueden
hablar y no necesitar pedir, pues este les concede cualquier cosa antes de
desearla.
Es un vivir en la propia Felicidad, donde
no se conoce su opuesto y el sufrimiento aún no ha nacido, ni se le ha dado
nombre.
En la mitología, tanto los hombres
como los semidioses, desean el conocimiento, el poder o la vida de los dioses,
lo que les lleva a batallas interminables, el deseo, el peligro y el
sufrimiento.
En la Biblia, es el comer del árbol
del Bien y del Mal, para asemejarse a Dios en poder y conocimiento, lo que
origina que al descubrir la dualidad, les fuese imposible vivir en la inocencia
y ausencia del deseo y la discriminación, al comparar las mitades o polaridades
de esa dualidad. Siendo la causa de su caída al sufrimiento.
Obviamente, la salida siempre está en
Iluminar el camino de retorno, en la Sabiduría en la que se vive de acuerdo a
la Verdad de la Vida, que permite ser lo que somos, descubriendo el retorno al
Paraíso, al Origen, a la Naturaleza Original.
Pero esa Inocencia, que nos permitió
vivir en el Paraíso, siendo la Vida misma, sin conocer o discriminar, a Dios
que convivía con nosotros, con los animales, las plantas, los minerales, el
aíre o con nosotros mismos, pues el Paraíso sólo existe en esa Inocencia, donde
desaparece la comparación y la separación.
No era necesario hablar, a pesar de ello
hay que darle nombre a las plantas, a los animales y a cuanto convive con
nosotros en el Paraíso, quizás siendo la semilla de esa Dualidad, que confunde nuestra
mente, al nacer el principio de conocimiento en ella.
Shakyamuni dice que dejar de crear el
sufrimiento, necesita, manifestar correctamente nuestra Naturaleza Original, o
lo que somos.
Es lo que probablemente se acerca al
Concepto de Sabiduría, Ser lo que somos. La Inocencia de ser ignorantes de la
separación, la comparación y la discriminación. Que permitiría la aceptación de
lo que cada individualidad es, viéndola, pero sin percibir una separación o
entendimiento, que sería la Ignorancia necesaria para existir en el
Paraíso, en la Inocencia Plena.
Nosotros, sobre todo en occidente,
creemos en la lógica, en el conocimiento y en la sabiduría de saber lo que
tenemos que hacer, porque sabemos lo que son cada individualidad y su utilidad.
Lo que nos hace creer que desaparecerá
el sufrimiento, cuando sepamos qué hacer con cada cosa, y cómo manejarla, así
como las posibilidades de aprovechar sus características. Vivir con una
Sabiduría fruto del Conocimiento, de la Razón, de un uso y aprovechamiento correcto
de lo que convive con nosotros, es el camino que nos llevaría a la Felicidad.
Todas las filosofías, las religiones,
las mitologías, nos dicen de una manera u otra, que la salida del sufrimiento
es dejar de crearlo, y que en el Paraíso, sólo se puede vivir en la Inocencia,
en la Ignorancia que permite no discriminar o dejar de respetar o aceptar a una
sola individualidad, que tiene la Sabiduría de respetar las individualidades en
lo que son en cada ahora, cambiando continuamente y sin embargo permaneciendo
iguales.
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