Es difícil explicar y determinar,
cuales son los terrenos donde puede crecer la semilla del mal o la del bien. Obviamente
el mal es una planta parasitaria, que crece en terrenos donde hay envidia,
rencor, odio, egoísmo y un sinfín de alimentos, que hace que la planta crezca
con fuerza.
En cambio, la semilla del bien, sólo
crece donde hay amor y aceptación.
Su riego, mientras el bien sólo puede
regarse con Dignidad, el mal principalmente se riega con Indignidad, pero
incluso si se riega con Dignidad, podemos encontrar que el fruto que hemos
criado es el contrario del que habíamos creído sembrar.
Lo que crece en un lugar donde cada
año, sembramos semillas de melones y nunca recogemos nada. Depende de si los
pájaros o el viento, traen otras semillas, que crezcan en las condiciones y el
terreno que nosotros sembramos.
Entonces nos parece que es cuestión
del azar, sin embargo, nosotros no hemos tenido en cuenta las condiciones ni el
terreno, sólo hemos puesto semillas de lo que queremos criar.
Si aceptamos el destino, nunca crecerán
melones en nuestra tierra. Hemos olvidado, que seguimos vivos, que seguimos
teniendo la posibilidad de hacer crecer aquello que deseamos.
Obviamente tendremos que mirar las
condiciones del terreno, del riego, de los elementos, y tratar de cambiar algo,
para que las semillas puedan germinar y crecer con fuerza.
Incluso sin ello, si nuestra confianza
no se rinde, una semilla crecerá un día, porque se ha criado en un entorno
similar y se ha adaptado a esas condiciones de vida. Es entonces cuando
podremos criar melones para todos cada año.
Si pensamos que la vida, no decide
nada, nosotros hacemos un agujero en el suelo, cada uno pone la semilla que
quiere y cuando todos han puesto sus semillas, algo crecerá, pero nadie, ni la
vida, ni el azar o el destino, saben qué, por eso el indeterminismo de la vida,
sólo se vence con la Fe, que permite que sigamos sembrando la semilla del bien,
por muchas vidas que tarde en dar suficientes frutos para alimentar la
Humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario