Un día, me arrodillé ante la Vida y le dije que la amaba.
Sus ojos vacíos, sin visión que
pudiesen verme.
Su carencia de oídos, que le impedía
escucharme.
Me mostraron, la inutilidad de
declararle mi amor al Amor.
Sin conocerme, sin saber cómo era, se
entregó a mí, y logró que en la perdida de lo que era, yo me convirtiese en
Vida.
De rodillas, le pido perdón a la Vida,
que se entregó a mí, me convirtió en Amor, y no he dejado que me enseñe a vivir
que no se puede hacer sin amar.
Vivir es amar, al igual que la Vida es
Amor. Me pregunto, qué he hecho desde que aparecí en el Universo, que por más
amor que recibo de Él, no aprendo a vivir y por tanto a amar.
¡¡¡¡PERDÓN!!!!
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