M.- Pero a los
ojos de una criatura semejante, no crees que esta la vería bella.
PS- Entonces la
belleza cambia de un ser a otro.
M.- La belleza
es constante, como la Verdad. Busca y encuentra cuál es la Verdad.
PS- Cuál es la
verdad del hombre, Maestro.
M.- Dicen que el hombre es tres cosas, lo que él cree
que es, lo que los demás creen que es y lo que en realidad es. ¿Cuál de las
tres crees que es la verdadera?.
PS- Lo que es
en realidad. Pero si un hombre se puede amar a sí mismo y los otros al
juzgarle. ¿Quién queda para decir lo que es realidad?
M.- En qué
momento del tiempo puede quedar un hombre estático y congelado si ha de vivir y
crecer.
PS- Debe
cambiar
M.- Como la
humilde oruga se convierte en una criatura mucho más grácil y hermosa.
Las cosas son para cada uno, como las
ve. No habiendo dos personas que vean lo mismo, al mirar cualquier situación o
ser.
Para el que no ha entrado o comienza
el camino, la fealdad, la belleza, el colorido y la apariencia que ve, es la
realidad de lo que ve.
Cuando se ha recorrido un buen tramo,
lo natural es la Duda, que conforme se adentra caminando, se debe transformar
en Gran Duda.
Entre belleza y fealdad, ¿dónde está
la verdad?, en lo que vemos, en lo que nos dicen o en el Ser de lo que estamos
viendo.
Pero cuando miramos con amor, cuando
creemos que lo que vemos y lo que nos dicen, es irreal, ¿Cómo encontrar la
belleza en todo?
Todo es Impermanente, sumido en un
cambio eterno y constante, que realiza en cada ahora.
Vemos como una simple semilla, se
puede transformar en un gran árbol que nutre a personas y animales, y que
finalmente alimenta la tierra. Que la oruga, el gusano que nos repele y vemos algo
que rechazamos, se transforma en mariposa que admiramos y nos agrada contemplar
su vuelo.
El cambio, el camino, no dice cuál
será nuestro final, lo que encontraremos, en qué nos transformaremos. No podemos
renunciar a la herencia, pero somos responsables de para qué sirve, qué ha
conseguido, que hemos hecho con ella y cuanto la Vida nos ha ofrecido en este
vivir.
Ser mariposa o abono de gusano para la
tierra, está en nuestras manos, en nuestro hacer. No podemos evitar el cambiar,
pero sí es nuestra responsabilidad en lo que nos transformamos.
Estos cambios no son sólo a nivel
individual, sino que somos responsables de en qué se transforma cada
individualidad en la que estamos integrados.
Al final siempre hay un todo, pero las
mismas piezas montadas en un orden y correctamente, hacen una individualidad
que cumple con su función, sólo cuando cada pieza lo hace. Esas piezas en una
caja o montadas incorrectamente no tendrían una función, aparte de ocupar un
espacio y molestar cuando hay que pasar por ese espacio.
Siempre somos Todo, pero el Todo,
depende de la sociedad que hemos creado y esta de lo que hemos creado con
nosotros mismos en nuestro vivir.
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