En toda guerra hay un origen: “El
miedo”, no ese miedo que ayuda a protegernos a nosotros mismos y a los demás,
sino ese miedo que lleva a la cobardía.
El cobarde, piensa en como abusar y
violar a alguien más débil. Tratando de quitarle su libertad y su dignidad,
apropiándose de lo que le pertenece.
Quien tiene miedo, se protege uniéndose
con los demás, para resolver los problemas de la convivencia.
Nos unimos para cazar los animales más
fuertes y rápidos que nosotros, donde el poder nacía y se conservaba en la
unión y cumplimiento de las responsabilidades individuales.
Pero nació la cobardía, y para poder
abusar y violar la vida ajena, se creó el poder, que dominase y se apoderase de
la Dignidad de la mayoría, para que el abuso y la violación, no fuese
reclamada. El poder era: “Poseedor de la vida y hacienda de los débiles”.
El resultado fue la multiplicación de
la cobardía: Quien abusaba y violaba, y los que guardaban silencio al ser
abusados y violados.
Como en cualquier día de nuestra
existencia, tenemos varias guerras, en las cuales el abuso y violación es el
fruto. Unos lo hacen por cobardía, otros por defenderse con rencores y
venganzas, semilla de la cobardía. “Ojo por Ojo”.
El resultado es que gana un poder, y
siempre pierde el pueblo.
Las colonias, Tíbet, Ucrania, Palestina,
y miles y miles de guerras, en las que vemos crímenes de lesa humanidad, en los
que piensan diferente a nosotros.
Unos los ven de Rusia en Ucrania, otros
los ven en Israel en Gaza, otros de Hamas en Israel, porque miramos como nos
han enseñado, porque vemos lo que nos dicen, porque cobardemente hemos
renunciado a la paz, a la convivencia donde nos ayudemos a vivir humanamente.
No es la letra de las leyes y de los
tratados, lo que evitará las guerras y la cobardía. Es la Dignidad, el Amor y
el temor o miedo, lo que nos permitirá recuperar esa Humanidad que perdimos al
nacer.
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