Cuando comencé a leer y escuchar lo
del Yin y el Yang, me parecían tonterías, historietas o algo sin sentido, pues
trataba de compararlo y entenderlo con mi mente occidental.
Las explicaciones de mi Maestro en
japonés, no las entendía, por lo que si me traducían, escuchaba tantos
entendimientos diferentes de lo que el Maestro decía, como traductores.
Cuando trataba de explicarle lo que yo
entendía, me miraba unas veces muy serio y otras con ojos burlones, que me
hacían dudar de mi entendimiento.
Pasaron los años, y el Yin y el Yang,
enriquecieron mi entendimiento de la dualidad. Mi mente occidental, enriqueció
las explicaciones que me daban, con su entendimiento.
Han pasado los años, y me he dado
cuenta de que no hay una filosofía o entendimiento, que no tenga sus raíces y
su crecimiento en la perspectiva de la dualidad, que sus creadores o
iniciadores tuvieron.
Hoy la mayoría de las explicaciones
del entendimiento occidental que tengo por nacimiento y educación, usa como
base el Yin y el Yang.
No hay nadie, que no sepa que
cualquier individualidad tiene dos mitades, incluso la centésima parte de algo,
tiene también dos mitades. Algo que sucede en cualquier individualidad,
vivencia, conocimiento o manifestación en el Universo de la Vida.
Lo que no solemos usar del Yin y el
Yang, para comprender nuestro propio existir, frases de Maestros y en general
lo que somos, es la premisa de que el Yin y el Yang, no tienen algo que lo sea
en sí mismo, pues cada uno es la mitad de una única y misma individualidad.
En el Yin y el Yang, no existe el
frío, el calor, el bien o el mal, algo permanente y con entidad propia en
nuestra dualidad, porque nuestra mente nos sitúa en el centro de la Vida, que
transcurre a nuestro alrededor.
Algo frío, se convierte en caliente,
si lo comparamos con algo más frío. Por ello la mitad más fría es Yin y la más
caliente Yang, las mitades cambiaran su polaridad, si aportamos calor
suficiente a la mitad fría, para que su temperatura sea mayor que la de la otra
mitad.
De la misma manera el bien y el mal,
siempre se establece por los resultados, por la intencionalidad, pero no porque
algo sea considerado bueno o malo únicamente. Es algo que no puede usarse en
nuestra convivencia, donde hay lo bueno y lo malo. Pero en nuestro vivir, en
nuestra convivencia, depende de lo que hacemos con ello, y cómo lo aprovechamos
e incorporamos a nuestro ser.
La dualidad, es el origen de nuestra
conciencia, de nuestra percepción de existir y de que podamos conocer lo que
nos rodea y desde ese conocimiento conocernos a nosotros mismos.
Pero el Yin y el Yang, nacen cuando se
percibe o se establece, que cada individualidad tiene dos mitades. Para lo que
es necesario que haya una individualidad que observe y perciba a la otra
individualidad.
Lo que no es posible, es, que algo
como Absoluto, perciba que tiene dos mitades opuestas y diferentes.
Si las mitades tuviesen como
naturaleza propia el Yin o el Yang, posiblemente hace milenios que los
australianos se habrían caído de la Tierra, pues viven boca abajo y sin suelo.
Por lo que han tenido que ponerse boca abajo y caminar en el techo.
El Cielo y la Tierra, Dios y la
Creación, los buenos y los malos, arriba y abajo, son el entendimiento de la
dualidad, que nosotros y nuestras filosofías han tratado de separar o incluso
destruir, lo que consideramos el aspecto negativo.
Siendo que sin el Yin y el Yang, no
tendríamos posibilidad de ser libres o tener libre albedrío, lo que nos da la
responsabilidad del Universo, del Dios, de la convivencia o del Todo con el que
llenamos el Vacío.
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