Desde el principio, sin importar en
qué mitología, religión o civilización miremos, hay un rebaño, del que un
pastor quiere sacar el máximo beneficio, con la colaboración de los perros
guardianes.
Los dioses del Olimpo, a palos, por ver
quien dominaba un poder, una tierra o tenía relaciones con alguien del Olimpo o
con los mortales. Cada uno tratando de beneficiar al rebaño del que obtenía su
poder.
En el Paraíso, comiendo e incitando a
comer manzanas, para conseguir el poder de su Dios. Después luchando y
asesinando, por obtener los máximos favores, y determinando si era mejor
obtener la riqueza con los vegetales, la lana o la carne.
Obviamente siempre hemos soñado con un
solo rebaño, que dé poder al único pastor y que dé lana, leche o carne, cuando
lo deseamos, sin que haya una sola duda en el rebaño.
La rebelión, casi siempre provino de los
perros guardianes, que vigilan el rebaño, para que se manifieste la voluntad
del pastor. Y el rebaño siempre fue fiel al vencedor, al no haber alcanzado
nunca la capacidad de pensar por sí mismo.
Ha habido, pastores que pretendieron
unir al rebaño, sin mirar que clase de animal era, ni su color, ni los cuidados
especiales y diferentes que necesitasen: Alejandro, Napoleón, Atila, Gengis
Khan, y otros cuantos como el Imperio griego, romano, egipcio y tantos otros
que soñaron con un solo rebaño, que conviviese en paz bajo su mando. Por lo que
se terminarían las guerras y la quema del alimento, la destrucción y las
envidias, quedando sólo un reino de paz y armonía.
Pero el rebaño desea cambiar de
pastor, que alguien le diga lo que es y lo que tiene que pensar, haciendo lo
que se les dice y no teniendo ninguna responsabilidad sobre su ser.
La competencia entre pastores, nos ha
llevado a que nos permitan pensar: Asesinamos porque decimos que este equipo
deportivo es mejor, o porque mi dios es mejor que el tuyo, o porque mi amo
desea ser tu pastor, o porque mi amo desea vuestra lana, pero no tener que
alimentaros.
Nos asesinamos, porque alguien dice
que pensemos, vivamos y nos manifestemos de una manera y otro pastor le dice a
su rebaño que lo haga de otra manera diferente.
En nuestra trivialidad, lo hacemos por
equipos de futbol, de rugbi, de canicas, políticos que se sirven del rebaño, o
para que nuestro pastor obtenga más beneficios por nuestra lana y carne, que
los demás pastores.
Pero en unos cientos de miles de años,
no hemos dado para más, hemos nacido, hemos sido criados y hemos evolucionado,
para ser rebaño. Es nuestra ilusión, nuestro deseo, nuestra meta: Ser borregos
guiados por un buen pastor que obtenga el máximo de beneficios, de nuestra
falta de humanidad.
Podemos mirar en cualquier estamento
de nuestra sociedad, sólo veremos diferentes clases de rebaños, rebaños
administrados de formas diferentes, pero todos ellos con un solo fin: El
beneficio del pastor.
La salida del rebaño es simple: Cumplir
con la función para la que hemos nacido: Crear, establecer y cuidar de la
Humanidad.
Porque incluso en nuestras
manifestaciones más cercanas a la humanidad, nos dedicamos a ayudar a quienes
hemos destrozado la vida, a los que hemos sumido en la necesidad o la pobreza.
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