Dice Sosan: “Vivir el Gran Camino”. Pero
no son sus palabras, sino nuestro entendimiento, lo que dificulta el poder
recorrerlo, sin caminar, sin movernos, sin dejar de ser lo que somos, escapando
de la Impermanencia o de la Discriminación.
Podríamos argumentar acerca de la
diferencia entre vivir y recorrer el Gran Camino, pero no podemos vivirlo sin
un yo que lo recorra.
Siendo la solución, el hecho
incuestionable que hemos encontrado, es lo que nos dificulta el vivirlo y el
caer en los miedos e indecisiones, entre estar en lo correcto o lo incorrecto.
Del Gran Camino, no podemos escapar,
es el único lugar donde podemos manifestar la Vida que somos. Pero dejamos que
camine nuestro ego, nuestro deseo, nuestra discriminación, algo que nos impide
salir del polvo del camino que recorremos, que se levanta al desprenderlo de la
roca con nuestras sandalias, que se levanta con el caminar del ego.
No es algo difícil o fácil, es algo
inevitable. Pero para vivirlo, hay que ser el propio Camino, dejar de ser
grande o pequeño, fácil o difícil, con una meta o sin ella.
En un Camino Infinito y Eterno, el
deseo de llegar o entretenernos, nos lleva a aprisionarnos en el tiempo, en el
nacimiento y la muerte, que nacen en cuanto salimos del Ahora, que mide la
Eternidad del Camino.
El apego sólo nace del ego, sólo se
alimenta del ego, sólo puede ser percibido y creado por el propio ego.
Dejar que todo sea como es, aceptando
la Libertad del Universo como Naturaleza, no se trata de indiferencia, de no
sentir responsabilidad por cuanto forma el Universo que somos. Dejar que todo
sea como es, simplemente se consigue cuando manifestamos la Verdad del Ser, el
Amor, que permite que todo cuanto es manifestado, toda acción o inacción, es lo
Correcto.
Siendo todo Correcto, las
consecuencias que se manifiestan en cada ahora, hacen Perfecto el Ahora Eterno.
Y por tanto su manifestación.
Nuestra Libertad es Infinita, nuestro
Libre Albedrio es Absoluto, siendo los Responsables y Creadores, del Ahora en
el que nos manifestamos.
En el Ser, deja de haber ir y venir,
por lo que no se recorre el Gran Camino, sino que lo creamos en donde estamos,
siéndolo.
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