Hay un refrán, que quizás sea el
camino corto, no ya para solucionar nuestros problemas, sino para no crearlos: “Los
hombres son el único animal que tropieza siempre con la misma piedra”,
obviamente es un refrán antiguo que no ha sido actualizado. Ha sido el día de
la mujer, un día dedicado a ella, y hablamos continuamente de derechos, de
igualdad, por lo que el refrán debería ser: “Los hombres, mujeres, niños y niñas,
son el único animal que siempre tropieza con la misma piedra”.
Afortunadamente, en los cientos de
miles de años sobre la Tierra, hemos evolucionado, desarrollando la mente y
alcanzando una mayor inteligencia.
Hemos comprendido, que si tenemos que
ir a un lugar a tropezar con la misma piedra, habría muchas aglomeraciones y pérdida
de tiempo.
Por lo que tras miles de años,
encontramos que lo mejor era ponerle unas correas y cargarla toda nuestra vida,
para poder tropezar con ella en cualquier lugar, momento y circunstancia.
Nuestro sueño fue siempre cargar con
la piedra filosofal, que convertiría en oro nuestro zapato cada vez que
tropezáramos, lo que nos haría más ricos y poderosos con cada tropiezo.
Desgraciadamente la piedra que
cargamos es la Indignidad, que lo que hace es que cada vez que tropezamos,
perdamos el respeto por cuanto nos rodea, la Justicia, el amor, y cuanto señale
el dedo, ese dedo que teóricamente señala a la Humanidad.
En cambio, con cada tropiezo nos
enriquecemos en: Abusos, violaciones, delincuencia, drogadicciones, falta de
autoestima y respeto por nosotros mismos y por todo lo demás.
Nuestra insatisfacción, nos lleva a
buscar quien nos obligue a vivir con Dignidad, algo que nada puede darnos u
obligarnos a usar. Renunciamos a nuestra responsabilidad, vendemos nuestras
almas, y pedimos ser obligados por medio de Leyes y castigos, a hacer lo
correcto, a ser alguien con Dignidad, que nos permita amarnos a nosotros mismos
y respetarnos, y poder hacerlo con cuanto nos rodea.
Cualquier droga es un estímulo o pérdida
de consciencia, que nos permite pensar que somos algo que sabemos que no, o
hacer cosas que nosotros mismos nos impedimos hacer, porque no nos respetamos
lo suficiente para usar nuestras capacidades, mediante el esfuerzo y la
dedicación.
Al final, creamos esclavos de quienes
tienen que satisfacernos para que les consideremos buenas personas o amigos. Y nosotros
nos convertimos en esclavos para servir a las drogas.
La esclavitud, no es de una parte, el
poder es servido por el pueblo, cuando este le sirve por medio del engaño, del
miedo o la amenaza de dejarle ser el responsable de su vida. El pueblo tiene
que servir al poder, porque ha renunciado a su responsabilidad y vendido su
alma, para obtener unos servicios o salarios al final de la semana o del mes,
sin esforzarse en crear y ser responsable de su vida, de la sociedad, de la
Vida en la Tierra.
Nuestra evolución ha permitido que los
niños en lugar de jugar y vivir despreocupados, sean los soldados, los
vendedores de drogas, los abusadores, los violadores, los delincuentes, porque
les hemos entregado la piedra de la Indignidad con bonitos colores y correas
con dibujos infantiles.
Durante siglos fueron olvidados,
enseñados, prostituidos y abusados, aprendiendo a ser copias pequeñas de
nosotros: Los hombres y mujeres, espejos donde se miran.
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