No es de extrañar, que al encontrarse
con esa situación, los antiguos, pensasen que no podrían tener alma, porque quién
se la habría dado, si no podían leer la Biblia y conocer al Dios Verdadero.
En su gran bondad y amor al prójimo,
decidieron corregirlo, por lo que les mantuvieron cerca de ellos y les
educaron, dándoles de comer y hogar. Obviamente no podías mezclarlos con los
animales, porque estos no tienen alma, pero tampoco pueden aprender a leer y
hablar. Tampoco les podías dejar vivir con tus hijos o contigo, porque lo
importante era educarlos y darles esperanza de una vida mejor, por lo que les
permitimos convivir con nosotros como esclavos o donantes de sus bienes.
Cuando no eran capaces de ver la
importancia de la fe y la educación humana, prefiriendo sus búfalos o sus
cánticos y trompetas, con las que contaban historias del Universo y de sus
Falsos Dioses, porque no sabían ni escribir. Simplemente les permitimos
reunirse con ellos y llevamos la civilización y la fe a sus tierras.
Y es que no hay misión más importante
que llevar la fe verdadera a todos, para que puedan tener un alma, que les
permita entender que son obreros, que sus países son pobres, o que no conocen
la Verdad, por lo que deben de obedecernos, hacer lo que les digamos y
simplemente aceptar la cultura que les ofrecemos y les permitirá tener un alma,
a la que servir, cuando terminen de servirnos a nosotros.
Y es que a pesar de que hay tantos
idiomas, muertos, vivos, modernos, antiguos, lo único que realmente
comprendemos y tratamos de que los demás acepten es el idioma de nuestro ego.
Lengua que estudiamos duramente toda
nuestra vida, para conocer a Dios y vivir en la fe.
Lo bueno que tiene el no tener alma,
es que sin poder hablar español, me ayudaban y me permitieron convivir con
ellos, sin hablarnos por supuesto, pero siempre sabían cuándo tenía problemas o
necesitaba algo, supongo que al no tener alma que les distraiga, tenían tiempo
de mirarme, pues debía ser algo interesante conocer a una persona civilizada.
Tras años de permitirles aprender de
mí, regresé a casa a España, donde a veces cuando necesito ayuda o tengo
problemas, me acuerdo de esas personas sin alma, pero luego se me pasa, porque
aquí, puedo hablar con cualquiera, que me dice que sí que me comprende, pero
que está ocupado o que le gusta lo que tengo, que si no se lo doy, tratará de
conseguirlo, por lo que me voy a casa y cierro la puerta, porque hay sitios,
donde esas personas incultas y sin alma, ni tan siquiera tienen puertas que les
protejan.
Y es que viajar, nos permite llevar
nuestro conocimiento, cultura y fe a los ignorantes, para que un día puedan
pedir tener un alma.
Que triste, es vivir sin ambiciones y
dependiendo de la ayuda de los demás, sólo pudiendo dar la nuestra a todos
ellos, por carecer de cultura y alma.
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