No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 6 de junio de 2024

BUSCANDO LA VERDAD

           Aristóteles, nos preguntó si era antes el huevo o la gallina, pues obviamente si el Creador, creó algo sería un gallo y una gallina adultas. Por lo que la gallina sería anterior al huevo, que es al contrario de nuestra realidad.

          Como a los filósofos me cuesta mucho entenderlos, le pregunté directamente a un granjero acongojado que conocí, cuando estaba llorando a la entrada del mercadillo.

          Me dijo que él se lo había preguntado también a varios filósofos y que no había entendido nada, por lo que no podía solucionar su vida.

          Era pobre y había montado una granja, pero sólo había podido comprar una gallina y transcurridos unos años, sí, podía comer huevos al menos, pero el negocio era una ruina.

          Finalmente pasó otro granjero, que iba llorando desconsoladamente, al verse se miraron y se contaron sus desgracias. El otro tenía poco dinero y había montado una granja, pero sólo había podido comprar un gallo. Llevaba varios años sin comer, y se desesperaba, pensando que tendría que comerse el gallo, que era su esperanza de vivir mejor.

          Al final para ahorrar gastos, y al menos tener medio huevo para cada uno, decidieron vivir en una de las granjas, al poco tiempo, comenzaron a tener más gallinas y gallos, pues con las penas, no tenían hambre. Al final tuvieron que comenzar a vender huevos y aves en el mercadillo y eso les mejoró su vida.

          Pasados unos años, el granjero de la gallina, se dio cuenta de que, sí, vivía mejor, pero tenía que trabajar muchas horas, porque no tenía dinero para pagar a alguien que le ayudase.

          Se acordó de un vecino que tenía muchos hijos y que a veces iba al mercadillo a vender alguno. Así que fue a hablar con él.

          Este le dijo que había conocido a una mujer, que le dijo que se tumbase encima o debajo de ella, hacía unos movimientos mágicos, y pasado un tiempo le traía un hijo. Que quien conocía la magia era la mujer, que la aprendió de su madre. Así que fue a hablar con ella, y esta le habló de una amiga suya que también conocía y practicaba la magia.

          Al final, tuvo varios hijos, y no sólo encontró ayuda para la granja, sino que se divertía y además le producía excitación y le gustaba.

          Pero pasado el tiempo, pensó que no quería que le trajesen más ayudantes, pues él se dedicaba a vender: Huevos, gallos y gallinas, pero no quería vender niños.

          Ella le dijo que los niños venían del frío, así que le hizo una camisita de piel de pollo, para que se la pusiese, antes de tumbarse juntos y que ella hiciese sus movimientos mágicos y dejaron de venir niños, al tumbarse con todo caliente.

          Al final, el granjero dejó de preocuparse de si tendría que haber comprado un huevo, en lugar de la gallina, pues gracias al otro granjero y a la mujer, era feliz y tenía para vivir. Incluso cuando los niños no estaban trabajando, podía jugar con ellos.

          Mientras el filósofo, seguía preguntándose si realmente Dios, había creado una gallina y un gallo adultos, de la nada y sin huevo. Pero es que además tampoco sabía cómo se llamaba Dios, por lo que no podía preguntarle, cómo lo había hecho.

          Para consolarse, se compró unos huevos y un pollo, y se hizo una buena comida.



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