Unas palabras que nos crearon
controversia, pues no se repetían diciendo: “Compañero te doy que no siervo”, y
es que hemos llegado a creer que la igualdad es llamar montaña y montaño, a un
montículo alto.
Al crearse una pareja, es obvio que
nada debería ser siervo de la otra mitad. Sean estas mitades: Hombre-mujer,
adulto-niño, persona-animal, obrero-empresario, pueblo-gobierno, pueblo-ciudadano,
administración-justicia, o cualquier tipo de pareja que se dé social o naturalmente.
Que debemos amarnos entre nosotros, es
obvio pues somos obra y existimos gracias a lo demás, que es nuestra otra
mitad, nuestra pareja. La Vida no está a nuestro servicio ni es nuestra
esclava, nosotros tampoco estamos a su servicio o somos sus esclavos.
Simplemente somos pareja, que debemos respetarnos y manifestar cada mitad la
Dignidad de la otra.
Comentaban en el escrito de ayer: Si
usted es Dios, ¿por qué se arrodilla?, comentando la fotografía. En realidad,
es una postración, en la cuál se olvida el yo, y se acepta ser Uno, con aquello
ante lo que te has postrado.
Nuestra creencia es que respetar o postrarnos
ante algo, es servil. Que nuestra libertad es ser independientes ejerciendo
nuestra voluntad. Que tener derechos, es no respetar a los demás porque son los
demás, los que tienen que respetarnos a nosotros.
Ni la mujer es igual al hombre, ni hay
dos mujeres u hombres que sean iguales. Algo que no puede evitar que cada cosa
sea lo que es, y que de alguna manera, es la pareja del resto del Universo, por
lo que ese resto de Universo es nuestra compañía. No importa si le damos el
nombre de compañero o compañera, pues el nombre carece de importancia, si se
cumple con la responsabilidad de lo que somos.
Las palabras son importantes, sirven
para que podamos comunicarnos. Pero la mayor importancia de las palabras, está
en nuestro entendimiento de ellas, que será lo que nos llevará a la acción y
los hechos, derivados de las palabras.
Cuando respetamos a nuestra otra
mitad, a nuestra pareja, ese respeto y el amor, son los hechos que derivarán de
las palabras que emitamos y del entendimiento que tendremos al escucharlas.
En la pareja, no hay sólo compañera,
se establece entre dos partes, que son mitades siempre que exista Una sola
pareja. Lo importante no es usar el femenino en la mujer o el masculino en el
hombre, lo importante es ser Una pareja y no dos mitades o personas, que
deciden llamarse pareja, conservando su individualidad separada.
Es ese el error que cometemos
continuamente en nuestras vidas, pues siempre somos pareja de algo: Nuestro
cuerpo con la mente, las emociones y demás partes de lo que somos. Con la
familia, con el trabajo, con el gobierno, con decidir si sí o si no, con
decidir cuál de los pies echamos primero al caminar, porque es precisamente
nuestra libertad, la que exige que decidamos entre al menos una pareja de opciones,
porque no podemos ser la mitad inseparable de algo, no podemos aislarnos y
dejar de ser mitad, pues solamente la postración de lo que somos, nos permite
ser Uno, que siempre será una pareja.
Entregarse, siempre significa que hay
algo a lo que nos entregamos.
El Yin y el Yang, nunca han existido
separados, sólo existen como pareja.
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