Obviamente los parámetros que el Universo utiliza para crear cada ahora tal como es, se nos salen de nuestras capacidades. Tampoco podremos crear un ordenador o sistema de computarización que pueda manejar los datos que utiliza el Universo para repartir lo que hay entre Todo, para que la manifestación de un ahora sea la correcta.
El Universo es como una caja Vacía,
donde se admite todo cuanto manifiesta cada individualidad, en nosotros, por
ejemplo: Lo que manifiesta cada órgano, cada célula, cada pensamiento, sensación,
emoción, cada miembro, parte, o individualidad integrada en nosotros, que son
un número infinito de individualidades y posibles individualidades.
Luego, lo que tiene que computar el
Universo, es todas las acciones y omisiones posibles, de cada una de sus
individualidades: estrellas, constelaciones, planetas, energías, átomos y
cuanto hay en Él, para decidir qué es lo que le corresponde recibir a cada una,
por su manifestación y aportación a la caja común.
Los únicos dos parámetros que usa en
su cálculo, es el cero y el infinito, con lo que determina algo parecido a lo
que nosotros llamamos karma, que es con lo que cada uno es retribuido por su
aportación.
En cada ahora se almacena todo cuanto
se manifiesta o deja de manifestar y se reparte, dejando a cero o vacía la
caja.
No hay errores o favoritismos, tenemos
lo que nos hemos ganado. Es la Justicia de las Matemáticas, que el Universo no
sabe que usa, ni conoce su existencia.
Nuestras matemáticas, son para saber
cuánto tenemos o cuánto nos corresponde en el reparto, que obviamente sólo son
correctas para el caso que hemos determinado.
Si sumamos dos flores, un conejo,
cuatro ventiladores, y la muerte de dos jirafas, todos conocemos el resultado:
Nueve. Pero no sabemos qué, pues el reparto sólo es posible, si nos dejan
elegir o nos obligan a aceptar lo que nos dan.
Fueron útiles y necesarias, cuando
adquirimos el pensamiento de posesión de algo, pues nos permitían conocer cuánto
teníamos. El siguiente avance fue el de cambiar lo que teníamos por lo que nos
hacía falta.
Obviamente, lo nuestro era mucho más
valioso que lo que tenían los demás, por lo que necesitábamos medir, pesar, y
establecer unos sistemas de medidas, que permitiesen saber lo que nos tenían
que dar por lo que dábamos. El volumen no era un buen sistema, porque si dábamos
un litro de leche, a cambio de un litro de gallina, o algodón, por lo que
tuvimos que dificultar los cálculos para saber lo que podíamos pedir.
Luego vino lo del caminante que, tras
meses de cruzar el desierto sin agua, cuando llegó a donde había uno que la
tenía, no sabían cómo calcular cuánto oro le tenía que dar, pues le parecía muy
cara. Por cierto, se murió de sed.
Para poder conocer nuestras
posesiones, el lugar donde estábamos y otras necesidades, olvidamos estar aquí,
para saber dónde estaba el lugar, o el terreno que era nuestro, estableciendo unos
puntos límites, que formaban figuras que llamamos geométricas.
En eso hemos alcanzado un mayor
conocimiento pues si en matemáticas lo único que usa es el cero y el infinito,
en la geometría es aquí y ahora, lo que hace innecesario e imposible la
geometría o tener que hacer cálculos, que al final nos dirán que lo que hay es
el resultado del equilibrio encontrado por el Universo en sus cálculos. Lo que
no hemos entendido todavía es que los datos y parámetros usados, son los que
nosotros aportamos.
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