Ese origen incierto y desconocido, que tantos filósofos y religiones han tratado de encontrar, conocer y darle nombre.
La madera, nunca deja de serlo por ser
mueble o ceniza. Pero tampoco deja de ser: Tierra, Sol, aíre, agua. Que tampoco
dejan de ser gases, energía, átomos.
Eso es precisamente lo que hace que
ese origen pertenezca a la Eternidad, al no tener principio o final.
Algo que permite que nada deje de ser su
origen. Nosotros miramos desde fuera, el conocimiento de qué es lo que lo
originó. Pero el SER, sólo sigue siendo lo que es en cada Ahora.
Tratamos de definir, algo que nunca ha
dejado de ser lo mismo, a pesar de su Impermanencia en cuanto forma o
estructura, al igual que la arcilla y el agua se transforman en ladrillos por
el calor y estos en edificios y multitud de formas.
Al final, son lo mismo que somos
nosotros, pues estamos formados del mismo Origen, a pesar de que nosotros
tratando de saber lo que somos, elucubramos de cuál es nuestra Naturaleza,
nuestro Origen, debido a que ignorando lo que realmente somos, tratamos de
rellenar nuestra ignorancia con lo que nunca podremos alcanzar a conocer.
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