Dios y su creación del Universo son
considerados Infinitos, pero están integrados por individualidades finitas y en
tiempo y espacio. La Vida es Infinita y Eterna, pero cuanto la manifiesta,
existe en el tiempo y un espacio, con principio y final.
Es el Principio del Yin y del Yang: “Todo
tiene dos mitades opuestas”. Todo lo que es Infinito y Eterno, es a su vez
limitado y finito. Todo lo finito y limitado es Eterno e Infinito. Esto al
menos, es lo que se cumple en sus Naturalezas.
Nuestra ciencia, lo explica en la
teoría de que: “La energía no se crea o se destruye, sólo se transforma”.
En las religiones es la Naturaleza de
su Dios, como en budismo: “Todo es Naturaleza de Buda”, donde no hay entidad,
sólo una Naturaleza que contiene y es manifestada por la individualidad, que
como el resto del Universo no puede evitar su existencia en la Impermanencia.
Nuestra Naturaleza de Eternidad,
permite que cuando alguien muere, el espacio que deja vacío, sea llenado por su
energía transformada, que puede ser un niño o una nueva vida que comienza,
ocupando el lugar que aparentemente se ha quedado vacío. Siendo esta Naturaleza
que aparentemente se puede llenar o vaciar, la que preserva la Eternidad de lo
Impermanente o sujeto al cambio que llamamos muerte.
En hinduismo, el dios de la muerte lo
es como dios del cambio, de la transmutación, pues la muerte se consideró como
un cambio en la individualidad que desaparece de nuestra percepción, más que
una desaparición como manifestación de la Vida, cuya propia Naturaleza la hace
Eterna, Permanente, sin Principio o Final. Siendo que la Vida sería la
Individualidad Absoluta, que no puede ser percibida o darle nombre, al no
existir algo que esté fuera de Ella, es difícil que podamos saber qué es.
Sólo podemos conocerla por su
manifestación, cuando se realiza como dualidad, cuando las mitades se
consideran separadas y lo Impermanente y Finito, puede soñar que está
percibiendo lo Eterno y Permanente o Infinito.
Al no tener Principio o Final,
obviamente cuando no había una existencia de individualidades que la
manifestasen, estas, sólo podían estar en Ella como potencialidades de un algo
que todavía no había cobrado existencia. Algo que no impediría o modificaría
que la Vida fuese Absoluta y exactamente como Es en cualquier ahora de la
Eternidad.
Es quizás esta percepción de que la
Vida debía de llenar el Infinito, incluso antes de que apareciese o naciese la
primera forma o manifestación de Ella como Universo, la que llevó a varias
filosofías y religiones a considerar que dicha Naturaleza de Dios o la propia
Vida, sería el Vacío, no como ausencia de algo, sino como la potencialidad de
acoger cualquier manifestación y entregarse para ser Vida como lo manifestado,
para lo que obviamente debería carecer de ego o percepción de Sí misma, lo que
haría que la Vida fuese todo cuanto potencialmente o realmente se manifestase. Siendo
que todo lo manifestado o potencialmente manifestable, sería Vida, no como una
parte, sino como Eterna e Infinita Vida.
“Todo es Buda, porque
Buda es Todo”.