Hoy quiero comenzar a compartir
con vosotros, unos apuntes que comencé, hará unos diez años. Constituyen los
conceptos y principios de la reflexoterapia que he practicado desde mi vuelta
de Japón. No están en el orden escrito y como es de suponer, repiten algunos
conceptos anteriormente escritos.
Son alimentos
todo lo que nutre nuestras vidas, independientemente de lo que es alimentado,
el nutriente, el alimento está en la energía, en la vida contenida en todo lo
que existe o es inexistente
Los alimentos
de nuestra vida son pensamientos, sensaciones, sentimientos, experiencias,
comida, bebida, respirar, etc. Donde lo verdaderamente importante es cómo lo
asimilamos (la forma en que se integran en nuestro ser), y el uso que hacemos
de la energía aportada por ellos.
Cada parte de
nuestro ser debe de alimentarse con aquello que es adecuado para ella. La mente
se alimenta de sensaciones producidas por nuestras vivencias y produce
pensamientos; las sensaciones se alimentan de las vivencias y pensamientos y
produce emociones; el cuerpo se alimenta de alimentos sólidos, líquidos, aire,
pensamientos, emociones, sensaciones y nos permite vivir la vida consciente del
mundo físico.
Los alimentos
nos permiten recuperar las energías consumidas o usadas por cada parte de
nuestro ser, para poder seguir viviendo y actuando en cada uno de los
diferentes niveles de la vida.
Tradicional o comúnmente
relacionamos alimento con lo que nutre el cuerpo físico, lo que nos lleva a
dedicar gran parte de nuestras vidas a buscar, conseguir y conocer los
alimentos que en nuestra opinión son más adecuados para él. Tratando de
entender cómo y qué es lo mejor de ellos para el cuerpo.
Este enfoque
hace que al pensar también que somos lo que comemos, tengamos la idea equivocada
de que usando los alimentos, de un tipo u otro podamos cambiar nuestras vidas,
nuestra salud.
Los alimentos
que elegimos, la forma de consumirlos, masticarlos, digerirlos y asimilarlos
determinarán en gran medida cómo y en qué utilizaremos la energía aprovechada
de ellos a través de nuestra personalidad. El estómago que mejor digerirá los
alimentos de todas las partes de nuestro ser, es la actitud con la que nos
alimentamos.
Los alimentos en los que más
fácilmente podemos intervenir para cambiar nuestra personalidad, son los del
mundo físico. En él los alimentos sólidos se relacionan con las pautas
mentales, los líquidos con las emocionales y el aire (la respiración) con la
actitud.
Modificando
nuestra manera de alimentarnos, podemos influir y cambiar nuestra personalidad
y actitud en un nivel profundo que influirá en nuestra relación con las
vivencias diarias.
Aparte de
alimentarnos adecuadamente, el masticar hasta saber y conocer lo mejor posible,
qué es lo que vamos a tragarnos, nos ayudará a vivir con más consciencia y
saber mejor cuando decir sí y cuando decir no.
Una mezcla
adecuada para nuestra personalidad de líquidos y sólidos, nos ayudará a que
nuestra vida se manifieste de manera más equilibrada en la relación
mente-emociones y sobre todo para estar satisfechos de nosotros mismos.
El expulsar
cuanto antes aquello que nos sobra, nos ayudará a que nuestra vida no se
envenene.
Es la forma y
actitud al alimentarnos lo que mayormente influirá en lo que hacemos y de cómo
y para qué utilizamos las energías obtenidas de los alimentos, lo que hará
correcta nuestra dieta, determinando lo que esto aportará a nuestra vida.
Siendo su influencia incluso mayor que el tipo de alimento, su calidad, su
procedencia, etc. para nuestra vida y felicidad.
Alimento como decimos al
principio es “todo lo que nutre”; bien sea al espíritu, el alma, la mente,
psiquis, emociones o al cuerpo físico.
Todos podemos
observar, especialmente en la alimentación física, que la mayor parte de lo que
ingerimos es expulsado para evitar el envenenamiento del cuerpo. Esta
circunstancia debería enseñarnos que estamos lejos de ser lo que comemos, yo lo
diría de otra manera más exacta y objetiva, “somos lo que asimilamos”. De todo
lo que nos nutre en cualquier nivel, solo una pequeña parte al ser asimilada se
integra en nosotros, lo que hace que nos transformemos en lo que éramos más (+)
lo asimilado. El resto de los nutrientes, independientemente de lo bien que lo
hallamos aprendido, disfrutado, sufrido o digerido, tienen que ser expulsados
si no queremos envenenar nuestras vidas.
Estas son,
dos maneras de entender los alimentos, la nutrición:
Comida è Cuerpo físico è Lo que comemos
Nutrición è Todo nuestro ser è Lo que asimilamos
Según veamos
y vivamos con un concepto u otro, la forma de entender y la actitud en la vida
son muy diferentes.
Muchos
pensadores, filósofos y personas corrientes decimos con frecuencia que las
cosas verdaderamente importantes de la vida no pueden comprarse. El amor, la
felicidad, la salud no entienden de dinero, después quizás arrepentidos de
nuestra osadía, añadimos que el dinero ayuda a conseguirlo.
En los
alimentos nos pasa algo parecido, damos la máxima importancia a la comida, en
la cual tratamos de esmerarnos en su elección, preparación y siendo algo más
descuidados en la forma de ingerirlos (no masticando bien y a veces estando más
atentos a otras circunstancias que al comer). Beber es algo secundario y
respirar algo automático.
Si dejásemos
de nutrir al cuerpo, esto es, dejásemos de respirar, beber y comer, lo primero
que necesitaríamos para seguir viviendo sería respirar, lo segundo beber y por
último comer.
De los tres
alimentos: de respirar podemos prescindir apenas unos minutos, algo que es
gratuito; beber (agua) es barato y podemos vivir sin ella unos diez días y la
comida podemos estar alrededor de 30 o 40 días sin ella y es el alimento más
caro.
Una vez bien
alimentado el cuerpo debe de expulsar todo aquello que no ha sido asimilado
para evitar morir por envenenamiento.
Nos relaja,
gusta y creemos que lo importante es encontrar algo o alguien que arregle
nuestros males y problemas. Buscamos en la religión, política, poder, medicina,
riqueza, yoga, cursos de temas y actividades que prometen cambiar nuestras
vidas, etc. la solución de nuestras vicisitudes.
Olvidamos que
la mayor parte de las ocasiones por no decir siempre, la solución está cerca
del problema, que la vida siempre los mantiene juntos. La negación, el no
aceptar que somos en cada instante el fruto de nuestra vida, hace que nos sea
difícil y problemático verlo, pero no nos impide sentirlo a lo largo de
nuestras: enfermedades, dolencias y demás circunstancias en las cuales vemos,
percibimos y sentimos nuestros errores.
Esto debería mostrarnos el camino de la
aceptación, la confianza en nosotros y la seguridad de que somos la solución a
los problemas que hemos creado. Este camino siempre va bordeado en ambos lados,
por el amor: a nosotros y a la vida.
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