Hace mucho
tiempo, cuando aún no había nada, Dios decidió crear la luz y las tinieblas,
las estrellas y los planetas, las aguas y la tierra, etc. Para que no se
confundiesen unas cosas con otras, las separó, no obstante las mantuvo unidas.
Satisfecho con todo, decidió darles libertad y desde entonces lo ha cumplido,
manteniendo el libre albedrío, con el que todo fue creado.
Nosotros en
nuestra libertad hemos creado nuestro sistema de vida, en cuestiones políticas
hemos mantenido la dualidad y creado dos corrientes: la derecha y la izquierda;
entre ambas separándolas o uniéndolas, el centro.
No creo en la
política pero la acepto, si bien y en general considero que la mayor parte de
mis críticas son para la izquierda.
Sin entender
de política, considero que la derecha se dedica más, a administrar bien o mal, los recursos
que reciben de nosotros los ciudadanos, concediéndole a la religión o la
filosofía el desarrollo y aplicación de: ética, moralidad y relaciones
espirituales de las personas y la vida. Debido a ello mi crítica siempre se
dirige a si lo hacen bien o mal, lo que no da para mucho.
La izquierda
basa la mayoría de sus ideas, en los principios que diferentes religiones han
establecido a lo largo del tiempo: hermandad, camaradería, igualdad, ser todos
hijos iguales a los ojos del partido, todo nos es dado por el partido, nuestras
vidas están al servicio del partido, etc.
En mi
opinión, la única diferencia entre izquierda y religión es que sustituyen a
Dios por partido, a Cristo por secretario general y a la Iglesia por sindicato.
La izquierda
de la izquierda, compuesta por la extrema y el comunismo, me recuerda a la
familia en la que los padres controlan los dineros y la vida de los hijos. Todo
le es entregado al gobierno: la moral, el alma, los dineros, los hijos, las
vidas, las tierras, las empresas, etc. y este lo reparte, siendo todo público.
Se promulgan leyes para establecer lo que los ciudadanos pueden hacer
libremente, y se conceden las libertades y libertad de los ciudadanos por
decreto, todo ello por su bien.
El socialismo
permite que los hijos hagan su vida libremente, siempre y cuando hayan sido
debidamente autorizados por decreto. Ambos nos confinan a una eterna niñez, en
la cual por nuestro bien, somos controlados y dirigidos, al arrebatarnos
nuestra libertad.
La diferencia
entre un padre y Dios, es que un padre se asegura de tu preparación y te deja
en libertad, lo que no impide que siga lleno de inseguridad y sufrimiento. Dios
nos creo con libre albedrío y libertad y en su infinita confianza, nunca ha
tenido la menor duda, por lo que no ha intervenido. En ambos caso nos es
concedida, en mayor o menor grado, nuestra madurez, en forma de libertad.
La política
de izquierdas, es la única verdadera, razón por la cual quieren negar su otra
mitad (la derecha), nos da una libertad por decreto, lo hace todo público y lo
reparte dándonos lo que ella decide, impone que aportemos lo que nos quiere
dar, prohíbe o trata que no haya otra religión que la del partido. Todo ello
con la mejor intención y solamente por nuestro bien.
El método es
el normal: una enseñanza en la que tras 20 y algunos años con sus sistemas de
enseñanza, se ha creado una mayoría de profesores, catedráticos, rectores y
graduados de ideología de izquierdas. Para corregir errores, están los
palmeros. ¿Qué partido de izquierdas que se precie no tiene su sindicato?, y
¿qué sindicato que se precie no tiene sus piquetes informativos?
Sus nombres y
panfletos dicen con claridad sus fines: en una sociedad en la que todo sea
público, nosotros somos, socia lista.
Somos el
pueblo, me recuerda las películas del Paco, cuando llegábamos a Madrid y nos
vendían el Retiro, la Cibeles o los leones del Congreso.
Somos los
obreros, los que en la colmena alimentan a la abeja reina, y cuando no sirven
son expulsados.
Cuando todo
está Partido somos la socia lista del obrero español.
Me gusta que
Dios sea el que esté en mi mundo espiritual, tener libertad incluso para elegir
el mal o la materia; quiero que alguien elegido por mí administre los dineros
que le entrego, y lo haga honestamente y en caso de que no sea suficiente, lo
consulte conmigo para llegar a un acuerdo. Lo que no es negociable es, que me
exija lo que él gasta empeñándome de por vida y arruinando mi libertad.
Lo único que realmente poseemos es nuestra
libertad, que manifestamos con nuestra responsabilidad. Cuando la perdemos no
es posible: nuestro crecimiento, nuestro devenir en seres adultos y
responsables, seres libres para equivocarse o incluso para explorar el mal,
como Dios nos ha creado. Es bonita la niñez, la irresponsabilidad, hacer lo que
nos dicen sin pensar, pero nos hace perder la grandiosidad de la libertad y la
responsabilidad de ser lo que somos.
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