Dos cosas que he visto en televisión no hace mucho, han contribuido a que comenzara este escrito. La primera, ha sido la película “El Último Samurai”, la otra, un reportaje acerca del asesinato de Abel por su hermano Caín y su parecido con lo que cuentan algunos jeroglíficos de las pirámides egipcias.
Siempre es triste ver cómo las personas con honor y unos principios en los que predomina la ética, son: destrozados, barridos, destruidos por quien no tiene honor y sus principios están levantados, sobre intereses materiales y poder, sobre todo, el propio.
Mirando a nuestro alrededor, vemos dicho reflejo, en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, que no es solamente algo del cine o del Japón de los Samurais.
Lo importante hoy en nuestras vidas, es conseguir las cosas, los resultados, sin que nos importen los medios para conseguirlos. El honor y la ética con sus valores, es algo del pasado, bonito para soñar, para recordar y hablar de su grandeza, pero inútil en nuestros días.
Lo importante hoy en nuestras vidas, es conseguir las cosas, los resultados, sin que nos importen los medios para conseguirlos. El honor y la ética con sus valores, es algo del pasado, bonito para soñar, para recordar y hablar de su grandeza, pero inútil en nuestros días.
Olvidamos que quienes construimos la vida, esta en la que estamos inmersos, en la que no nos sentimos a gusto, somos nosotros.
El equilibrio entre el Yin y el Yang, siempre está en movimiento, y son nuestro hacer y actitud, los que determinan cual de ellos predomina, en el transcurso de nuestras vidas.
Es esta misma polaridad dual, la que establece el movimiento, en la historia de Caín y Abel.
Es la dualidad de Adán y Eva, que todavía no ha establecido la separación de las dos mitades, la que les ha imposibilitado continuar en el Paraíso y les hace sentirse en el Edén, llevando a Él junto con su mitad, su propia dualidad como pareja, los dos hijos. Caín se dedicó a la agricultura, algo que no estaba establecido, siente que puede crear, conseguir beneficios, lo que quiera, cambiar su universo y se separa sin darse cuenta de su mitad espiritual. Abel se dedica a cuidar los animales, que era una de las actividades que Dios le dio a Adán y Eva, “Nombrareis y cuidareis de los animales del Paraíso, ..”. Al tener una actividad y no un trabajo, en la cual no hay deseo ni noción de hacer, sus dos mitades continuaron estando en armonía.
Es Caín al sentir que crea y hace, tener deseos individuales y de separación, el que siente en sí mismo el nacimiento del ego y la separación con su mitad espiritual (Abel), con el deseo y creencia de su poder para crear y cambiar las cosas según su deseo.
Es el comienzo de la búsqueda de nuestra mitad física, de su humanidad. Salimos del Edén, donde no podemos continuar al faltarnos una mitad, recorremos la tierra y seguimos dividiéndonos y buscando la mitad perdida. Se crean los orígenes del fuego, de las ciudades, de los diferentes poderes de la materia y su conocimiento.
Pero son Adán y Eva los que dan origen a la sabiduría (Set), y sus descendientes vienen junto a nosotros, para no dejarnos olvidar la marca en la frente, que nos recuerda que nuestra Vida no puede ser destruida, que gozamos de la eternidad, que ni nosotros mismos podemos destruir una de nuestras mitades.
Esta misma historia la podemos leer en la mitología, en los egipcios, en la Biblia y la podemos ver en nuestro día a día, llegaremos a ser tan prepotentes que eliminaremos a Dios de nuestras vidas. No aceptaremos que halla más dios que nosotros, y de nuevo comenzará la guerra de los dioses y la creación de semidioses. Seguiremos siendo los creadores, los que construimos según nuestra voluntad, Caines.
Y de nuevo vendrá el día donde brillaran las estrellas, sin dioses ni semidioses, donde no Adán y Eva, sino los samuráis, los caballeros, don Quijote y el Honor y los principios, estarán al servicio de la Vida, y Dios seguirá Siendo, como siempre por toda la eternidad.
Hay quien piensa que fue la discriminación de Dios, al aceptar con agrado la ofrenda de Abel, la que empujó a Caín a matarlo y causó la expulsión del Edén. Sería posible si Dios tuviera capacidad para discriminar. Pero al igual que Adán y Eva, al percibir la dualidad, dejaron de poder vivir en el Paraíso, Caín al rechazar, destruir o matar, una de sus mitades, destruyó con ella el poder percibir el Edén. La parte aparentemente destruida en nosotros, la espiritual, es la que nos hace participes de la unidad, Unidad que está simbolizada en Dios. Esta Unidad no puede tener noción de dualidad, lo que impide que pueda discriminar. De ahí la diferencia entre el concepto dios y Dios.
El cielo y el infierno están ubicados en nuestro interior y son creados por nosotros. La Unidad es el Paraíso, el principio de Consciencia es el Edén, la dualidad somos nosotros.
Fue publicado anteriormente el 28-11-13
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