Es cada día más
difícil encontrar un Maestro verdadero.
Muchas personas
pasan sus vidas, desesperadas a la busca de un Maestro que les enseñe la
Verdad.
Yo tuve la
fortuna de encontrar al mío, durante años intente que me enseñara. Hasta que
cansado de pedir, dejé de exigirle que me enseñase, para dedicarme a aprender.
Muchas veces,
me han preguntado si mi Maestro era realmente un Maestro y si lo era ¿Por qué?.
Mi respuesta de: “Porque no me había enseñado nada”, solamente me convence a mí.
Yo no encontré un Maestro, hasta que Él no encontró un discípulo, que tuviese
suficiente sitio libre para aprender. ¿Cómo se puede tener un Maestro, si no
eres un discípulo?.
Es quizás el
error más común en la búsqueda, esperar que alguien pueda enseñar, al que está
lleno de sí mismo, de su ignorancia y de su conocimiento. Otro error es, creer
que cualquiera puede ser tu Maestro, simplemente porque tenga muchos
conocimientos.
Solamente un
discípulo vacío, desesperado en su búsqueda, dispuesto a probar en sí mismo cuanto
le sea expuesto, con ansias de aprender y consciente de su ignorancia, puede
hacer que alguien sea su Maestro. Es el tiempo el que dirá si solamente era
maestro o realmente se encontró al Maestro, si aprendiste cuanto te enseño, era
un maestro. Si encontraste tu verdad, tu Ser, si dejó un Vacío en ti donde se
expresa la Vida en lugar de tu ego, el Maestro encontró un discípulo.
Las lagunas que todavía encuentro en mí, en
los lugares llenos de mí mismo en los que no puedo penetrar, solamente me
recuerdan mi resistencia, mi apego, mi saber, del que no permití ser liberado. No
quita nada del esfuerzo, amor, dedicación y entrega de mi Maestro, que
solamente pudo serlo hasta donde yo fui discípulo. Nunca me he preguntado
acerca de cómo era mi Maestro, porque Él lo ha sido, hasta donde yo fui discípulo.
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