No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

jueves, 5 de marzo de 2015

¡PLEASE, CONTINUE!

          “Sigue Meditando, vete a meditar, o un dedo señalando hacia la sala de Meditación, el Zendo”. Era la respuesta de mi Maestro, a la mayoría de las preguntas y conflictos, tanto como premio, que como castigo.
          Ha sido una respuesta repetida a lo largo del tiempo, a lo largo de diferentes situaciones, a los muchos que pasamos caminando en la estela del Maestro, no uno cualquiera, sino del mío. A veces, pienso que casi siempre, ese mío implica que no es de nadie más, que ostentamos la posesión única y exclusiva de algo.
          Recuerdo cuando leí la primera vez, “Yo soy su hijo unigénito”, me quedé anonadado, pues la verdad es que no entendí la palabreja. Después cuando la entendí, seguí anonadado y hundido, pues me habían dejado sin Padre.
          Tengo que reconocer que mi Maestro, no era maestro, pero de alguna manera y a pesar de todo fue mi elección hacerle y nombrarle mi Maestro. Él nos dejaba absoluta libertad, por lo que era lo que nosotros quisiésemos. Teníamos: alojamiento, comida, ropa y cuanto necesitábamos, independientemente de nuestra: opinión, religión, personalidad, incluso comportamiento. Te portabas mal, te daba más amor; eras lento, te hacía el camino simple y fácil; eras rápido, te daba un campo para correr y trabajar; si eras listo, te ayudaba a dudar; si torpe, te daba confianza; en general, a quien caminaba con el pie izquierdo, le servía de pie derecho y a los que caminaban con el derecho, de izquierdo.
          Lo bueno de todo, es que éramos nosotros los que alcanzábamos todo sin su intervención, todos caminamos el tiempo que estuvimos iluminando su oscuridad, con nuestros dos pies.
          Al final, de tanto oír lo de: “tienes una duda, ¡ve a meditar!; no tienes dudas, ¡ve a meditar!; te sientes bien o mal, ¡ve a meditar!; te pasa algo, no te pasa, estás bien o mal,  ¡ve a meditar!; no tienes nada que hacer, ¡ve a meditar!; tienes algo que hacer, ¡hazlo! Meditando”. Llegabas con toda la confianza, sabías todas las respuestas a cuantas preguntas pudiesen ser hechas, por lo que estabas seguro de recibir la trasmisión, serías el Hijo Unigénito del Maestro, pero cómo he dicho, el no era maestro, simplemente nos dejaba que sintiésemos que lo era, por lo que no podía tener a uno como hijo.
          Así que al decir cualquier cosa, contestábamos: “¡vete a meditar!”. Una sonrisa y: “Si el primer paso es erróneo, cuanto más caminas, cuanto más meditas, más te alejas de la meta”.
          De nuevo la duda: “¿Íbamos en la dirección correcta?, ¿Teníamos una meta correcta?, ¿Nuestra práctica y meditación eran correctas?, otra vez las sentadas atormentadas, llenas de dudas y desconfianzas, mirando hasta el último detalle de todo lo que hacíamos o dejábamos de hacer, de nuestra actitud y deseos, de nuestras metas.
          Seguíamos esforzándonos por hacer Meditación, por encontrar nuestra verdad, nuestra Iluminación, nuestro Camino, nuestras respuestas, en un zafu lleno de yo, en una Meditación llena de yo, una vida llena de yo. Mirando la dirección de nuestro primer paso, para no ir equivocados.
          Muchas dudas después, un trecho del camino después, recordábamos, encontrábamos perdidas en nuestras dudas, las palabras que escuchábamos continuamente: “Ima, Koko; Now, Here, aquí y ahora”. Un aquí y ahora, donde no hay primer ni último paso, donde no se puede meditar, donde no cabe la duda, donde no cabe el Maestro porque no hay yo.
          Olvidamos que: correcto e incorrecto, movimiento o quietud, caminando o parado, Todo o Nada, son simplemente Yin y Yang, dos palabras chinas, que no sabemos lo que significan, y que simbolizan la dualidad.
          Solamente el hielo, el frío más frío (Yin), puede quemar (Yang). Es en los grandes fuegos donde en lugar de quemarse el combustible, convirtiéndose en cenizas, el combustible se autorregenera como en el sol. Es cuando más fiebre hay, cuando se transforma en escalofríos.
          Nunca hay un camino que sea honesto, fuera del Camino. Tampoco los deshonestos, lo están, pero es lo que hace que sea duro caminar, a partir de ese primer paso. Todos los caminos, están incluidos en el Camino, y todas las metas, son la Meta, cuando caminamos, cuando vivimos, cuando, Somos: “¡Ima, Koko!”.



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