Nuestras tribulaciones
al intentar ver qué es más importante en las cosas, nos llevan a comparar: “Palabras-hechos,
conceptos-obras, sueños-realidades”, en un buscar interminable. Generalmente, lo
que nos falta es la base desde dónde comenzar, a encontrar las respuestas,
porque es en esa base donde se crea la pregunta, donde vive la respuesta.
Cuando hablamos
del Aquí y Ahora, nuestra mente está manejando un concepto, un espacio y
tiempo, que no teniendo medidas, de alguna manera, es un algo, tiene una
entidad propia, en donde algo o nosotros existimos. Nada más lejos de la
realidad del concepto, que es el de “Una
Seidad Única”, no hay algo que exista sino algo siendo. Lo que hay en el
ahora es: “Amor, Vida, Dios, Todo, Vacío”,
pero todos ellos como Absolutos, no hay un algo que pueda percibirlo o
manifestarlo, son solamente “Aquí y
Ahora”.
La existencia
también se manifiesta en el Aquí y Ahora, pero es una manifestación en Ellos, o
mejor dicho Él, siendo por tanto:
Amar, vivir, creación, individualidad (absoluta), aceptación-amor.
Cuando nacemos
como manifestación en el Aquí y Ahora, no dejamos de ser Vida, pero tenemos una
existencia que nunca deja de ser: “Lo
que somos en ese ahora, en ese aquí”,
no envejecemos, ni cambiamos, en el ahora, sino al comparar dos ahora en nuestro
vivir único. Esa impermanencia, que sin dejar de ser todo nuestro pasado,
podemos percibir y comparar en el recuerdo de lo que está existiendo y lo que
existió. Pero el cambio no existe en lo que somos, sino que es creado por la
comparación, por el recuerdo de algo que contemplamos aislándolo de su
realidad.
Al construir
un edificio, es necesario tener una base, y un Vacío capaz de acoger, cuanto
hemos imaginado que deseamos, en el lugar donde vivir con nuestra familia. Todo
depende de lo que queremos hacer, si nos gusta: “cocinar, recibir visitas, la
comodidad, la admiración de los amigos, que no vengan mucho, poder acoger o no
tener espacio para que vengan, ver el exterior, la penumbra,…..”, todo ello es
importante para crear la idea de la casa que queremos construir. Pero es
solamente un concepto, terminado, con la casa completa, pero donde no podemos
vivir todavía. Hay que construirla, que hacer las modificaciones que deseemos y
las necesarias, colocar los muebles, y terminar los detalles para poder vivir
en ella.
Pero es
solamente un edificio, donde vivirán un grupo de personas, familia o
compañeros, amigos o de conveniencia, todo ello dependerá de nosotros, no del
edificio, ni del mobiliario, que tendrán su influencia, pero no la
responsabilidad. Es en nuestro vivir de cada día, cuando ese edificio podrá ser
una casa, es en nuestra convivencia cuando podremos crear un hogar. Es en
nuestra relación donde podremos vivir como familia, o simplemente ocupar el
mismo edificio.
Las vivencias
y realidades entre los diferentes “Aquí
y Ahora” de nuestra vida, son el “Camino
Medio”, el que en lugar de comparar, une el pasado y el futuro. Podemos seguir
viviendo en la comparación, en la búsqueda de un ahora diferente, en la
culpabilización del pasado, de los demás, de las circunstancias, pero solamente
hay un responsable de lo que es el edificio ahora: “Hogar donde convive una familia o un
edificio donde viven diferentes conveniencias”.
En la construcción de nuestra casa, creamos una habitación para la Humanidad, que todavía
no hemos amueblado, construimos una habitación para Dios, al que no hemos
recibido, la habitación de la Vida está en guerra. Podemos seguir esperando que
el edificio nos convierta en familia, que las paredes se vuelvan hogar, que la
Vida nos construya la paz, que Dios nos haga buenos y nos permita vivir en su
casa, que lo que hemos construido se destruya, para que alguien nos lleve a
vivir en un hogar, donde seamos familia.
Cuando antes de saber de óvulos y
espermatozoides, de genética y aminoácidos, el hombre veía nacer a sus hijos,
debió de pensar que eran fruto del amor por su pareja. Viendo los bosques, los
ríos, las estrellas, las nubes y cuanto de grandioso, le rodeaba y permitía
vivir, debió de pensar que sus padres los crearían de igual modo, y le llamaron
Dios del Amor al padre y Vida a la madre, y hogar al Universo y familia a la
Humanidad.
Pero no fue Dios quien creó el amor, o
nos permitió vivir en su casa, fue el hombre el que creó a Dios, el que quiere
construir su Paraíso, el que quiere construir el hogar de la Humanidad donde
Dios pueda vivir, ese es nuestro “Camino Medio”, el que nos lleve a ser el Aquí
y Ahora, en el que al no poder vivir seamos Vida, que al no poder convivir
seamos Humanidad.
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