En el budismo
y especialmente en Zen, lo que es más común de todo es la paradoja, nada de lo que se
busca puede ser encontrado, nada de lo que es puede ser conocido. Todo lo que
conocemos, es lo inexistente, lo que realmente podemos encontrar es lo que
nunca ha sido buscado, pero nunca puede ser encontrado.
Es la
incongruencia de que la finalidad última del esfuerzo de comer, es exterminar
el hambre, lo que destruye la necesidad de comer. No hay nada de lo que el
hombre persigue que pueda ser lo que realmente busca, porque nada de lo que
puede poseer o encontrar, es lo que realmente es “Lo Buscado”, que es el saber
lo que Es, pero lo único que no puede ser conocido es lo que somos. Es la
paradoja de la vida que queremos vivir. Hay quizás una frase que encierra la
inutilidad del esfuerzo, no es budista sino taoista: “Fluir siendo uno con el Tao”.
Para explicar el por qué había sido elegido Hui-néng, para recibir
el manto ortodoxo de transmisión como sexto patriarca, el quinto patriarca
replicó: "Cuatrocientos noventa y nueve discípulos míos entienden bien lo
que es el Budismo, salvo uno: Hui-néng. Este es un hombre que no ha de ser
medido con un cartabón corriente. De ahí que el manto de la fe le haya sido
transmitido a él."
Sobre esto, comenta
Nan-ch'üan: "En la era del Vacío no hay palabra alguna; tan pronto aparece
el Buda sobre la tierra, existen las palabras; de ahí nuestra adhesión a los
signos... Y así como ahora nos aferramos con tanta firmeza a las palabras, nos
limitamos de variados modos, mientras en el Gran Camino no existen,
absolutamente, cosas tales como ignorancia o santidad. Todo lo que tiene
nombre, por eso se limita. Por tanto, el viejo maestro de Chiang-hsi declaró
que "no hay mente, ni Buda, ni nada."
La respuesta de Hui-néng a cómo había llegado a suceder al quinto
patriarca: "Porque no entiendo el Budismo." En un pasaje del
Kena-Upanishad, podemos hallar una singular coincidencia entre el vidente
brahmánico y aquellos maestros Zen, no sólo en el pensamiento sino también en
el modo que lo expresan:
"Lo concibe quien no Lo concibe; Quien Lo concibe, no Lo
conoce. No Lo entienden quienes Lo entienden; Lo entienden quienes no Lo
entienden." Lao-tzé, fundador del misticismo taoísta, respira el mismo
espíritu cuando dice: "Quien lo conoce no habla; quien habla no lo
conoce."
El Zen nos
lleva a Dhyana, la Meditación, nos anima a ser el observador, a seguir los
pasos de Shakyamuni, a la Consciencia. Pero no es para que encontremos algo de
ello, sino para que recorramos todos los caminos antes de sentarnos realmente a
buscar, para que podamos "ser el Buscador".
Mientras confiemos
que hay algo que encontrar, seguiremos siendo buscadores perdidos en el deseo
de encontrar, lo que nos alejaría del Zen. Mientras busquemos la consciencia,
siendo conscientes de que estamos buscando, ¿Cómo podríamos encontrar el Zen?. Entonces
solamente nos queda ser “El observador”, pero cuando tras inmensos esfuerzos
podamos observar el Vacío del Zen, ¿Cómo podría existir un Vacío, lleno de
observador y zen?.
Shakyamuni,
nunca dijo lo que había encontrado, le dio nombres diferentes, lo explicó para
el entendimiento de los que escuchaban. Pero nunca trató de darle un nombre,
dijo que era uno que había despertado (Buda), que no tenía nada que decir, que
nunca pronunció palabra a lo largo de su vida, que nunca había alcanzado algo
llamado Iluminación.
“Todo es Buda, todos los seres sintientes y no sintientes
son Iluminación en sí mismos, todo cuanto existe es Vacío en Naturaleza, no
existe algo que pueda ser llamado ego”.
Qué puede observar el “Observador”, si
encontrase algo que observar, también sería observado por ello. Si eres el
Eterno Observador, solamente puedes serlo “Siendo”, sin nada que le fije y pueda
dejar de observar. Tener Consciencia, impide lo que realmente es el Zen: “Ser”,
tener Consciencia impide serlo, Ser Consciencia, impide ser consciente de algo.
Ser lo que se es, impide su percepción, meditar impide ser Meditación, pero
mientras queda una sola opción de encontrar algo, el buscador todavía tiene
opciones de encontrar. Solamente cuando todas las opciones se han recorrido,
nos encontramos a las puertas del Zen.
Este es el momento cuando realmente
somos: Meditación, Buscador, Consciencia, Observador. Cuando no hay nada que
Meditar, nada que buscar, nada de lo que ser conscientes, nada que observar. Cuando no hay puerta, si no lo somos.
No hay nada donde pueda depositarse la
Naturaleza del ego, por no haber no hay algo que pueda tener Naturaleza, esa es
la Naturaleza de Buda, es la Naturaleza del Zen. Vacío de Naturaleza,
de Buda, de Zen, de Meditación, de Consciencia.
La paradoja de que para Ser realmente, no podemos
encontrar algo que pueda Ser.
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