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Yui Shin

sábado, 23 de abril de 2016

LA RELIGIÓN


          Nos habla Suzuki, del concepto que generalmente tenemos de la naturaleza y la forma de las religiones en general. De cómo el Zen es considerado por muchos como una religión o filosofía que nada tiene que ver con el budismo tradicional, viéndolo como un a aberración o sinsentido del budismo chino.
          Para nosotros que hemos crecido en el cristianismo y que hemos conocido el Zen como Budismo, de lo más cercano a la propia experiencia de Shakyamuni que pudiésemos imaginar, nos puede resultar extraño, sin darnos cuenta que poco a poco, estamos negando las religiones y hemos olvidado el propio concepto de lo que significa Religión.
ENSAYOS SOBRE BUDISMO ZEN.- D. T. SUZUKI La Vida y Espíritu del Budismo.-  Para aclarar este punto y justificar la afirmación del Zen de que transmite la esencia del Budismo y no sus formales artículos de fe, tal como lo registra la letra, es necesario despojar al espíritu del Budismo de todas sus envolturas y apéndices externos, que, al atascar el accionar de su  original fuerza vital, tienden a que confundamos lo inesencial con lo esencial. Sabemos que la bellota difiere mucho del roble, pero mientras haya continuidad de crecimiento, su identidad es una conclusión lógica. Ver realmente dentro de la naturaleza de la bellota es seguir la huella de un desarrollo ininterrumpido a través de diversas etapas históricas. Si la semilla sigue siendo semilla y no significa nada más, en ella no hay vida; es la pieza acabada de una obra y, salvo como objeto de curiosidad histórica, carece de valor alguno en nuestra experiencia religiosa. De manera parecida, para determinar la naturaleza del Budismo debemos seguir toda su línea evolutiva y ver cuáles son sus simientes más sanas y vitales que lo trajeron al estado actual de madurez. Si hacemos esto, veremos de qué manera el Zen ha de reconocerse como una de las diversas fases del Budismo y, de hecho, como su factor más esencial.
Por tanto, para comprender plenamente la constitución de cualquier religión existente, de larga historia, es aconsejable separar a su fundador de su doctrina, como poderosísimo determinante del desarrollo de esta última.
          Si tratase de seguir las pautas de los ensayos de Suzuki, para mis explicaciones, sería mejor no empezar, pues mis conocimientos de Budismo son escasos. Razón por la cual no solamente estaría perdido yo, sino que saldría un sinsentido del escrito, algo que probablemente siga resultando igual.
          Las religiones, se basan en la experiencia personal de una persona, no suele haber experiencias de grupo en el nacimiento de las religiones. Como experiencia es intransferible, por lo que lo único que se puede hacer es ayudar a que otras personas alcancen su propia experiencia, de lo que hemos llamado “la experiencia del Espíritu”. Al seguir y estar observando al primero que nos habla de la experiencia, al ser una persona que ha alcanzado algo que nosotros desconocemos, viendo en Él algo especial y diferente, buscamos su cobijo, su protección y su luz, para alcanzar la nuestra. El problema es, cuando no buscamos nuestra experiencia propia, sino que nos quedamos en la letra y las palabras, de las explicaciones del iniciador, los que escribieron el principio y los que han aportado las suyas propias.
          Si seguimos a alguien que haya experimentado en un momento de hambre, comerse un pincho de tortilla con una caña de cerveza, podremos estar llenos de alegría por sus explicaciones de la textura de la patata, del sabor del huevo, de si tenía o no cebolla, del frescor de la cerveza y las cosquillas y el sonido de la espuma. Pero eso no nos servirá de alimento, es condenarnos a nuestra propia muerte. No importa que algunos, basándose en la patata, amplíen la enseñanzas, con: “patatas ali-oli, bravas, fritas, hervidas, pobres, o incluso con tortillas de todo tipo: espárragos, atún, francesas, de lentejas, de lo que queramos, comidas con: agua, vino, podríamos ampliar el conocimiento de sus enseñanzas de la alimentación de nuestro cuerpo, hasta el infinito. Pero solamente comiendo nosotros mismos, haríamos que las enseñanzas no estuviesen condenadas a la muerte.
          La Religión es algo vivo, es Vida en sí misma, es el alimento de lo que nosotros llamamos Espíritu, que es la mitad buscada por la materia, la que come pinchos de tortilla, para alimentarse de la Vida que hay en ellos. Pero el Espíritu tiene que alimentarse, no le sirve que leamos, recemos o hablemos de Religión. No importa cuántos recetarios o religiones conozcamos, a cuántos Maestros sigamos. La Religión hay que vivirla, hay que darle vida en nosotros, porque al igual que el cuerpo no puede alimentarse de las explicaciones de otras experiencias. Nuestro Espíritu no puede vivir, si lo alimentamos de lo que otros han experimentado.
          Creemos que la Religión es una mentira, que hay diferentes por opuestas, pero el alimento del Espíritu al igual que el del cuerpo, es variado, personal, solamente podemos alimentarnos a nosotros mismos comiendo lo apropiado para el momento, para la ocasión, aceptando lo que en cada momento nos es ofrecido.
          Nuestra responsabilidad es el uso que hacemos del alimento, de la vida que hemos comido para alimentar la nuestra. Nuestra salud, dirá si hemos usado correctamente lo que nos ha alimentado. Cuando nos alimenta la Religión, lo natural es la Humanidad, lo Espiritual.
          Cuando seguimos lo que nos cuentan, lo natural es la gente, la muerte, la ambición, el miedo, la protección y el aferrarse de la materia.


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