En el capítulo XIII El Nirvana de “ENSAYOS
SOBRE BUDISMO ZEN de DAISETZ TEITARO SUZUKI”, nos habla de las
diferentes formas de verlo, según el grupo y los deseos acumulados durante sus
vidas. Entre las personas que sufren, al desear salir de dicho sufrimiento, su
Nirvana es la salida hacia un mundo perfecto y feliz, donde el sufrimiento no
tenga cabida.
“ENTONCES MAHAMATI le dijo al Bendito: “Te imploramos nos hables
acerca del Nirvana.”
El Bendito replicó: “El término Nirvana es usado con muchos significados, por diferentes personas,
pero esas personas pueden estar divididas en cuatro grupos: Están las personas
que sufren, o quienes están temerosas del sufrimiento, y lo que ellas piensan
del Nirvana; están los filósofos que tratan de discriminar el Nirvana; está la
clase de discípulos que piensa acerca del Nirvana en relación con ellos mismos;
y finalmente está el Nirvana de los Budas.
Aquellos que están sufriendo o que temen al sufrimiento, piensan en
el Nirvana como un escape y recompensa. Ellos se imaginan que el Nirvana
consiste en la aniquilación futura de los sentidos y las mentes-sensoriales; no
son conscientes de que este mundo de vida-y-muerte y el Nirvana no están
separados. Estos ignorantes, en lugar de meditar sobre la no-imagen del
Nirvana, hablan de formas diferentes de emancipación. Ignorantes de esto, o no
entendiendo las enseñanzas de los Tathagatas, se agarran a la noción del
Nirvana que está en el exterior, lo que es visto por la mente y, por lo tanto,
continúan girando ellos mismos alrededor de la rueda de la vida y la muerte”.
No es
diferente al concepto de “Cielo”, de las diferentes religiones, filosofías o
creencias de todo tipo, hasta los no creyentes creen en la desaparición de todo
tras la muerte, en un Vacío donde no habrá sufrimiento al no haber algo que
pueda sufrir o ser feliz. Quedando solamente: “El Reinado de la Muerte Eterna”.
Desde el
Paraíso de la huríes, de las vestales, del cumplimiento de todos los deseos,
hasta el Cielo donde vivir eternamente en la Gloria de Dios, la mayor parte de
ellos, son la separación por toda la Eternidad de la dualidad: habrá un
Infierno Eterno, separado de un Cielo Eterno en donde no habrá posibilidad de
tan siquiera ver el otro, si no es para los condenados, pues sería lo que les
haría desear haber alcanzado el otro mundo, permaneciendo en el sufrimiento,
que desaparecería en una Eternidad, donde no hubiese otra perspectiva o estado
que desear.
Los mundos
mentales o Universos donde se viviría en el estado mental, donde desaparecería
el sufrimiento, crean otros Universos donde vivirían las emociones, el alma, u
otras partes manifestándose como son. Los pensamientos se realizarían como
realidad, si el pensamiento es de un desierto el entorno manifestaría un
desierto, no sería un pensamiento no realizado o permaneciendo en un universo
diferente al que lo produce. Pero si hay varias mentes, pues la mayoría de las
filosofías que piensan sobre estos mundos no lo aclaran, cada una tendría que
crear en su espacio, creando así un mundo parecido al que vivimos, pero en un mundo de apariencia caótica por la rapidez y variación en sus cambios o cada una
crearía su propio Universo, siendo uno desértico, una casa, palacio, cascada,
selva, porque lo que quedaría sería siempre el pensamiento que se está
manifestando.
Hay muchas
creencias sobre cielos, paraísos, donde la generalidad es, no la desaparición
del deseo sino su satisfacción, porque independientemente de la tipología del
que describe su vida eterna, su encuentro con Dios, es el de que todos los
deseos que pueda tener serán satisfechos. En todas tenemos un Infierno de
castigo del eterno deseo, un lugar neutro donde el deseo no se produce no
pudiendo tampoco manifestarse la felicidad, llamado Limbo, y el lugar donde
disfrutar de la compañía Eterna de Dios, con el cumplimiento de todos nuestros
deseos.
En Zen tenemos a los Bodhisattvas, que
prometen cruzar el último a la otra orilla, estando todos amontonados en el
puente, sin poder cruzar, por no poder ser todos el último. Siendo simplemente,
el voto de entrega y aceptación de la Vida, de
que solamente existe Buda, de que Todo es Uno, por lo que no hay ni un
solo pensamiento que pueda quedar en una orilla, si alguna parte de nuestro Ser
está en la otra, porque desde Siempre, las dos orillas han sido Una.
Hasta la niña de los Espíritus
Hambrientos del Submundo, tiene la premonición de Shakyamuni de que será Buda. A
su muerte dice que no hay ningún Nirvana al que ir, que no está entrando en el
Nirvana.
No hay ninguna Naturaleza de Buda que
alcanzar, no hay un lugar donde exista el Nirvana, no puede haber un lugar de castigo
eterno, porque en las enseñanzas del Zen: “Todo es Buda, desde la Eternidad y
por toda la Eternidad, nunca podemos dejar de ser Buda, solamente existe el Ser
Vacío donde Todo es acogido, donde Todo es aceptado, donde no hay nada que sea
algo, en una existencia donde se vive y se manifiesta en Seidad de Vacío”. Podríamos
decir que ese sería el Nirvana del Zen, no es un lugar donde permanecer en Dhyana,
o donde se elimine el sufrimiento, el Zen es una enseñanza de Totalidad, de Ser
Todo, por lo que se tiene que existir en el Vacío, por lo que tratar de separar,
tratar de excluir o discriminar algo, dejaría de ser Zen”.
No se trata de vivir en un lugar donde
estemos con Buda, ni donde seamos felices eternamente, donde encontremos la
satisfacción de los deseos o solamente sea admitido el bien. La Armonía, la
armonización de los opuestos, realizada en la Seidad del Todo, en cada una de
las Individualidades es lo más cercano al Nirvana que puedo imaginar.
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