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Yui Shin

miércoles, 4 de mayo de 2016

LA ENFERMEDAD NUESTRA


       Son también parte de los apuntes, en otro de los apartados.

La idea de que somos junto con la Tierra el centro del Universo es antigua y aparentemente, obsoleta y olvidada por nosotros, pero en nuestras vidas, en nuestros conceptos y forma de vivir, todavía está presente el pensamiento de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o que es el dios de la vida y que en la vida todo aquello que se aparta de lo que deseamos es malo y aunque menos obvio, que nosotros somos la vida.
               La vida que todavía concebimos es la que es parecida a la nuestra, por eso nos cuesta trabajo encontrar vida en el universo, sin ver que El Universo es la parte visible para nosotros, la materialización de la Vida en nuestro nivel.
               Mientras la Vida es Ser y no manifiesta, ni siente la dualidad, nuestra vida, nuestro universo o mejor dicho el que percibimos, es siempre dual. Para nosotros vida es lo que percibimos a través de nuestros sentidos y lo que pensamos o sentimos con dicha percepción.
               Este no ser uno con lo que vivimos, la comparación o análisis de cada experiencia para poder sentirla, es lo que nos encierra en la dualidad.
               La mayoría de los creyentes, creen en un dios o en un sistema, que tratan de conocer.
               Los ateos y agnósticos creen que no creen, porque piensan que Dios o la Vida Eterna no existen.
               Ambos creen y no creen, en dios, en la vida, lo que resulta erróneo en ambos casos.
               Como concepto Dios es El Absoluto, razón por la que cuando se cree en dios, estáis dios y tú, el Yin y el Yang. Cuando no se cree en dios, aún continuáis estando la vida y tú. En ambos casos existe por tanto dualidad. La Vida y Dios no viven ni creen, Son.

Hay dos dichos del ocultismo que dicen que: “Así como es arriba es abajo” y “El Todo está en las partes y las partes están en (son) el Todo”. Aún más, “Las partes están en las partes”.
               Cada manifestación está interrelacionada con todas las demás, cada individualidad está formada por un número infinito de individualidades.
               A este Todo le doy nombres diferentes, en su Trinidad, en su condición de Ser le llamo Vida, a la relación en su manifestación entre sus individualidades le llamo Amor y a su Absolutez, Dios.
               Estos tres nombres comparten entre sí, la característica de que son: vida, amor y dios; nunca sería suficiente: pensar, sentir o creer; debido que al contrario que el ser (SER), estos implican dualidad. Esta dualidad es en la que vivimos nuestras vidas y está presente en cada acción o momento.

               Toda nuestra vida gira y se entiende en base y alrededor de la dualidad y es precisamente esta forma de vivir la que nos permite analizar, comparar, desear, y en general ser conscientes de la Vida. La mente, las emociones, el alma y la materia, piensan, sienten y se reconocen dentro de la vida dual. La regla, filosofía, estudio, división, etc., que mejor nos ayuda a entender la relación y el ser de las individualidades, es la de la dualidad basada en el Yin-Yang.
               La dualidad es algo fácilmente comprensible para todos, pero, esta sencillez nos lleva a innumerables errores de apreciación de nuestra realidad. Cuando alguien dice blanco, inmediatamente pensamos en su dualidad como negro, la vida y la muerte, bien y mal y así sucesivamente.
               Cuando esta dualidad es entendida, como los extremos de una línea recta, el Yin y el Yang son irreconciliables, cuanto más larga hacemos la línea, más separados están ambos conceptos, razón por la cual nos parecen dos cosas diferentes, lo que nos lleva a creer que podemos disminuir e incluso destruir un aspecto de la dualidad y dejar el que nos parece mejor o nos gusta más.
               Este concepto, da origen a pensar que podemos implantar el bien destruyendo el mal o que podemos vivir eternamente con la salud que deseemos o al menos acercarnos a ella, simplemente destruyendo o controlando los gérmenes o situaciones que afectan la salud y viviendo con buenos hábitos.
               Creemos que podemos obtener un resultado concreto, solo cambiando el ingrediente que nos parece incorrecto.
               Todo ello nace del concepto simplista que tenemos de la dualidad, del Yin-Yang.
               Algo tan simple y sencillo como el agua, que siempre busca la situación inferior, baja continuamente desde las más altas montañas a las profundidades de la tierra, desde el cielo baja a las cumbres de las altas montañas, desde los confines del universo baja a los planetas y lleva la Vida a todas partes, formando en su humildad, parte de todo.
              
En su concepto simple como dualidad, el Yin y el Yang son, los opuestos en una misma y única circunferencia y en su concepto complejo como dualidad, en un circulo infinito (la esfera). En la circunferencia, el origen y el final son un mismo punto y más concretamente sería el centro inmensurable, inexistente físicamente de dicho punto, siendo la característica diferenciadora de ambos su polaridad.
               Como dualidad en una individualidad, cada mitad sería Yin o Yang. Siendo así, independientemente por qué lugar realicemos la división. Realizándose también hasta el infinito, que cada mitad como individualidad diferenciada conservaría su propia dualidad, de mitad Yin, mitad Yang.
               Es por ello que nunca puede destruirse uno de los dos aspectos, incluso al modificar uno, el otro se modificaría también automáticamente, para equilibrar a la individualidad de la que forma parte. El yin es yin en comparación con el yang, nunca por sí mismo, lo que hace imposible que pueda existir el bien sin el mal, el blanco sin el negro o que podamos vivir o existir en uno de ellos solamente.

               La salud por naturaleza tampoco es buena o mala, Yin o Yang, es simplemente el resultado y fruto del equilibrio que tenemos en el momento actual, siempre correcto y justo. Este equilibrio no se refiere por supuesto a la que consideramos nuestra individualidad actual o sus acciones, sino nuestra individualidad esencial existente desde antes del principio del tiempo, que con su aceptación y actitud ante las circunstancias se ha convertido o creado lo que ahora somos.
               Nuestro presente es siempre el fruto de nuestra vida, la semilla de nuestro futuro y nuestros presentes dependen siempre de los cuidados y amor que dispensamos a esta semilla, lo que somos en este instante.
Mientras el biorritmo de nuestra vida oscila entre dos puntos más o menos distantes, el de la Vida oscila entre La Nada y El Todo.
               El Yin y el Yang son una infinita Nada formando el Todo infinito o un ± ∞.
               De la misma manera que una película está formada por una secuencia de fotos fijas, inmóviles, quietas; la Vida se forma de una secuencia de presentes inamovibles.
               El cambio de una o varias fotos en la película haría que las situaciones siguientes y el final se modificasen o fuesen vistos de forma diferente.
               En la vida cualquier modificación en un presente, condicionaría y cambiaría los presentes futuros.
               Durante miles de años hemos combatido las enfermedades sin aceptarlas y ellas han mutado y se han adaptado a las circunstancias presentes, cuando desaparece una enfermedad aparece otra y en una salud infinitamente buena, la posibilidad de aparición o existencia de enfermedades es igualmente infinita.
               La aparente panacea del momento es la genética, pues es suficiente modificar o introducir uno  o varios genes en la foto de un presente para destruir el mal del futuro. ¿Cómo saber el cambio que generará transcurridos uno o varios millones de presentes, de años?.
               La salud es un resultado, un equilibrio de la vida e intrínsecamente no es buena o mala. Su polaridad depende siempre del momento y de las circunstancias, una salud absolutamente mala para alguien es absolutamente buena para la enfermedad. Como hemos dicho anteriormente el Yin absoluto es el Yang absoluto pues ambos son inseparables.
               Cuando caminamos hacia el Norte, continuamente llegamos al Sur, a pesar de que toda nuestra vida caminemos hacia el Norte, viviremos siempre en el Sur.
               Solo cuando vivimos realmente donde estamos, en el presente, aquí y ahora podremos vivir en el Norte y en el Sur, sin estar en ninguno de ellos.


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