Son
también parte de los apuntes, en otro de los apartados.
La idea de que somos junto con la Tierra
el centro del Universo es antigua y aparentemente, obsoleta y olvidada por
nosotros, pero en nuestras vidas, en nuestros conceptos y forma de vivir,
todavía está presente el pensamiento de que el hombre está hecho a imagen y
semejanza de Dios, o que es el dios de la vida y que en la vida todo aquello
que se aparta de lo que deseamos es malo y aunque menos obvio, que nosotros
somos la vida.
La
vida que todavía concebimos es la que es parecida a la nuestra, por eso nos
cuesta trabajo encontrar vida en el universo, sin ver que El Universo es la
parte visible para nosotros, la materialización de la Vida en nuestro nivel.
Mientras
la Vida es Ser y no manifiesta, ni siente la dualidad, nuestra vida, nuestro
universo o mejor dicho el que percibimos, es siempre dual. Para nosotros vida
es lo que percibimos a través de nuestros sentidos y lo que pensamos o sentimos
con dicha percepción.
Este
no ser uno con lo que vivimos, la comparación o análisis de cada experiencia
para poder sentirla, es lo que nos encierra en la dualidad.
La
mayoría de los creyentes, creen en un dios o en un sistema, que tratan de
conocer.
Los
ateos y agnósticos creen que no creen, porque piensan que Dios o la Vida Eterna
no existen.
Ambos
creen y no creen, en dios, en la vida, lo que resulta erróneo en ambos casos.
Como
concepto Dios es El Absoluto, razón por la que cuando se cree en dios, estáis
dios y tú, el Yin y el Yang. Cuando no se cree en dios, aún continuáis estando
la vida y tú. En ambos casos existe por tanto dualidad. La Vida y Dios no viven
ni creen, Son.
Hay dos dichos del ocultismo que dicen
que: “Así como es arriba es abajo” y “El Todo está en las partes y las partes
están en (son) el Todo”. Aún más, “Las partes están en las partes”.
Cada
manifestación está interrelacionada con todas las demás, cada individualidad
está formada por un número infinito de individualidades.
A este Todo le doy nombres
diferentes, en su Trinidad, en su condición de Ser le llamo Vida, a la relación
en su manifestación entre sus individualidades le llamo Amor y a su Absolutez,
Dios.
Estos
tres nombres comparten entre sí, la característica de que son: vida, amor y
dios; nunca sería suficiente: pensar, sentir o creer; debido que al contrario
que el ser (SER), estos implican dualidad. Esta dualidad es en la que vivimos
nuestras vidas y está presente en cada acción o momento.
Toda
nuestra vida gira y se entiende en base y alrededor de la dualidad y es
precisamente esta forma de vivir la que nos permite analizar, comparar, desear,
y en general ser conscientes de la Vida. La mente, las emociones, el alma y la
materia, piensan, sienten y se reconocen dentro de la vida dual. La regla,
filosofía, estudio, división, etc., que mejor nos ayuda a entender la relación
y el ser de las individualidades, es la de la dualidad basada en el Yin-Yang.
La
dualidad es algo fácilmente comprensible para todos, pero, esta sencillez nos
lleva a innumerables errores de apreciación de nuestra realidad. Cuando alguien
dice blanco, inmediatamente pensamos en su dualidad como negro, la vida y la
muerte, bien y mal y así sucesivamente.
Cuando
esta dualidad es entendida, como los extremos de una línea recta, el Yin y el
Yang son irreconciliables, cuanto más larga hacemos la línea, más separados
están ambos conceptos, razón por la cual nos parecen dos cosas diferentes, lo
que nos lleva a creer que podemos disminuir e incluso destruir un aspecto de la
dualidad y dejar el que nos parece mejor o nos gusta más.
Este
concepto, da origen a pensar que podemos implantar el bien destruyendo el mal o
que podemos vivir eternamente con la salud que deseemos o al menos acercarnos a
ella, simplemente destruyendo o controlando los gérmenes o situaciones que
afectan la salud y viviendo con buenos hábitos.
Creemos
que podemos obtener un resultado concreto, solo cambiando el ingrediente que
nos parece incorrecto.
Todo
ello nace del concepto simplista que tenemos de la dualidad, del Yin-Yang.
Algo
tan simple y sencillo como el agua, que siempre busca la situación inferior,
baja continuamente desde las más altas montañas a las profundidades de la
tierra, desde el cielo baja a las cumbres de las altas montañas, desde los
confines del universo baja a los planetas y lleva la Vida a todas partes,
formando en su humildad, parte de todo.
En su concepto simple como dualidad, el
Yin y el Yang son, los opuestos en una misma y única circunferencia y en su
concepto complejo como dualidad, en un circulo infinito (la esfera). En la
circunferencia, el origen y el final son un mismo punto y más concretamente
sería el centro inmensurable, inexistente físicamente de dicho punto, siendo la
característica diferenciadora de ambos su polaridad.
Como
dualidad en una individualidad, cada mitad sería Yin o Yang. Siendo así,
independientemente por qué lugar realicemos la división. Realizándose también hasta el infinito, que cada mitad como individualidad diferenciada conservaría
su propia dualidad, de mitad Yin, mitad Yang.
Es
por ello que nunca puede destruirse uno de los dos aspectos, incluso al
modificar uno, el otro se modificaría también automáticamente, para equilibrar
a la individualidad de la que forma parte. El yin es yin en comparación con el
yang, nunca por sí mismo, lo que hace imposible que pueda existir el bien sin
el mal, el blanco sin el negro o que podamos vivir o existir en uno de ellos
solamente.
La
salud por naturaleza tampoco es buena o mala, Yin o Yang, es simplemente el
resultado y fruto del equilibrio que tenemos en el momento actual, siempre
correcto y justo. Este equilibrio no se refiere por supuesto a la que
consideramos nuestra individualidad actual o sus acciones, sino nuestra
individualidad esencial existente desde antes del principio del tiempo, que con
su aceptación y actitud ante las circunstancias se ha convertido o creado lo
que ahora somos.
Nuestro
presente es siempre el fruto de nuestra vida, la semilla de nuestro futuro y
nuestros presentes dependen siempre de los cuidados y amor que dispensamos a
esta semilla, lo que somos en este instante.
Mientras el biorritmo de nuestra vida
oscila entre dos puntos más o menos distantes, el de la Vida oscila entre La
Nada y El Todo.
El
Yin y el Yang son una infinita Nada formando el Todo infinito o un ± ∞.
De
la misma manera que una película está formada por una secuencia de fotos fijas,
inmóviles, quietas; la Vida se forma de una secuencia de presentes inamovibles.
El
cambio de una o varias fotos en la película haría que las situaciones
siguientes y el final se modificasen o fuesen vistos de forma diferente.
En
la vida cualquier modificación en un presente, condicionaría y cambiaría los
presentes futuros.
Durante
miles de años hemos combatido las enfermedades sin aceptarlas y ellas han
mutado y se han adaptado a las circunstancias presentes, cuando desaparece una
enfermedad aparece otra y en una salud infinitamente buena, la posibilidad de
aparición o existencia de enfermedades es igualmente infinita.
La
aparente panacea del momento es la genética, pues es suficiente modificar o
introducir uno o varios genes en la foto
de un presente para destruir el mal del futuro. ¿Cómo saber el cambio que
generará transcurridos uno o varios millones de presentes, de años?.
La
salud es un resultado, un equilibrio de la vida e intrínsecamente no es buena o
mala. Su polaridad depende siempre del momento y de las circunstancias, una
salud absolutamente mala para alguien es absolutamente buena para la enfermedad.
Como hemos dicho anteriormente el Yin absoluto es el Yang absoluto pues ambos
son inseparables.
Cuando
caminamos hacia el Norte, continuamente llegamos al Sur, a pesar de que toda
nuestra vida caminemos hacia el Norte, viviremos siempre en el Sur.
Solo
cuando vivimos realmente donde estamos, en el presente, aquí y ahora podremos
vivir en el Norte y en el Sur, sin estar en ninguno de ellos.
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