No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 12 de junio de 2016

LA GRAN DUDA


          Arjuna el “Guerrero Espiritual”, se debate en la duda, al contemplar el campo de batalla cubierto con sus familiares, amigos, compañeros y maestros de armas, formados en dos ejércitos listos para entrar en batalla. La victoria significa la consecución de un reino, en el cual no estará la mitad de su vida.
          Hay una historia budista, corta y simple, al leer la cual, nos llevará a debatirnos en la duda. Probablemente pensando en lo que nos gustaría hacer y lo que haremos, casi con seguridad, echando de menos la compañía y consejos de Krishna.
          La historia simple y breve es la siguiente:
          LA SOLIDARIDAD.- Dos personas estaban perdidas en el desierto. Estaban muriendo de hambre y de sed. Finalmente, llegaron hasta una alta pared.
          Del otro lado podían oír el sonido de una cascada y pájaros cantando. En lo alto, podían ver las ramas de un abundante árbol que se extendía sobre la parte superior del muro. Su fruta parecía deliciosa. Uno de ellos se las arregló para trepar por la pared y desaparece por el otro lado. El otro, en cambio, volvió al desierto para ayudar a otros viajeros perdidos a encontrar su camino al oasis”.

          Es natural que nuestra alma, el amor de nuestro corazón, nuestros deseos espirituales nos lleven hacia volver al desierto para ayudar a todas las personas perdidas, dedicarnos a que los demás crucen a la otra orilla, donde la felicidad y la abundancia, permita que la humanidad viva en el Nirvana.
          Quién desearía comportarse con egoísmo, con el sentimiento de salvarse él mismos sin pensar en los demás. Probablemente diríamos que es la naturaleza humana, con lo que cometeríamos un error, pues la Humanidad está fuera del egoísmo. En todo caso sería la sociedad que hemos creado, la de la gente, la de que: “más vale pájaro en mano que ciento volando”, en la que la religión son cosas para engañarnos, para mantenernos en la ignorancia y que no hay más cielo que el que tú consigas aquí. Así que hay que coger lo que se pueda y sacar lo máximo y vivir lo mejor posible.
          El cuento, como todos los cuentos con moraleja, como todos los cuentos de las filosofías antiguas, tiene muchos niveles de entendimiento, muchas cosas que aprender, y es nuestra libertad, leerlos hasta sacarles el máximo de conocimiento.
          En esta pequeña historia, de dos personas perdidas, están las vidas del “Guerrero Espiritual” y la del Bodhisatva, sus caminos. Son los caminos del Yin y el Yang, los dos necesarios para la existencia del Todo.
          Es la Gran Duda del Budismo, ¿puede nacer lo nuevo, sin la transformación de lo viejo?, el guerrero tiene que ser la herramienta de destruir lo viejo, sin mirar atrás, sin pensar en recompensas, sin saber que está creando lo nuevo, sin tan siquiera luchar, menos aún pelear contra algo, que le llevaría al aceptar lo demás, entrar en la discriminación del ego, en pensar que algo puede ser destruido o creado. Solamente subiendo el muro, solamente estando en la abundancia, el desierto puede cubrirse de manjares para todos. Pero el Guerrero Espiritual, no puede saber o pensar en otros, en abundancia o desierto, en hambre o hartazgo, en Nirvana o sufrimiento. Él simplemente es la realización de lo que la Vida Es en el Ahora, en un ahora que nosotros percibimos en el tiempo, en la dualidad, que es donde no existe el Guerrero Espiritual.
          El Bodhisatva vuelve al desierto, no para entregarse y recibir una recompensa mayor, o para la salvación de algo. El Bodhisatva ha entrado en el “No retorno”, ha penetrado en la trascendencia de la dualidad, sabe que el muro, el árbol, la cascada, los pájaros son un espejismo, al igual que lo ha sido el desierto, la sed y el hambre. El Bodhisatva ha entendido que no hay una Naturaleza de Ego en las cosas o las personas, incluso la ha penetrado. No hay alguien que esté hambriento, o sediento, no hay un desierto opuesto a vergel. No puede salvar a algo inexistente, ni llevarlo a la otra orilla, incluso él no puede salvarse, porque no hay nada que salvar.
          Cuando ambos han entrado en la Gran Duda, su camino, su hacer, su ser, es subir el muro y pasar sin mirar atrás, el otro quedándose en el desierto, salvando a todos, porque es su salvación. Ambos han comprendido que no hay otro lugar a donde ir, nada que salvar, pero en su Seidad uno es el Guerrero Espiritual, el otro el Bodhisatva.

          No hay desierto que abandonar, ni Nirvana que alcanzar, no hay salvación, pero no podemos evitar que Buda, sea desierto y Vergel, la Gran Duda es: “¿Soy Buda?”. “¿Soy el Camino, que incluye ambas orillas?”, “¿Soy Todo?”.


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