Tanto tiempo empleado en buscar al Maestro
que me dijese dónde estaba el Camino que lleva a la Verdad. Tanto tiempo de
deambular lejos del hogar, buscándole. Sintiendo el fracaso y la decepción, de
mi ignorancia para encontrar al Maestro, regresé a casa, al hogar, donde sentirme
protegido y seguro.
Un día vino un Maestro, que compadecido de
mi ignorancia, me recordó que: “El
ignorante, cuando el sabio señala la luna, solamente es capaz de ver el dedo”.
De nuevo el tiempo vuela, mi esfuerzo me
lleva a percibir la luna, tratando de ver la verdad que ella encierra. Pero sin
poder encontrarla. Apenas veo un astro que brilla en la noche, por reflejar la
luz del sol que ilumina otras partes de la vida ocultas para mí.
El Maestro quizás movido por su compasión,
regresa al pueblo donde como y habito, el lugar donde transcurre mi vida, en la
inutilidad de la búsqueda. Me pregunta por mi caminar, por cómo transcurre mi
vida.
Apenas sin poder hablar, le digo que he
intentado mirar fijamente la luna, que solamente soy capaz de ver la luna, pero
no de encontrar la Verdad en ello, que no he vuelto a mirar al dedo, que he
conseguido dejar de percibirlo.
El Maestro, apenas en un dulce susurro me
dice:
¿Cómo
puedes ver lo que señala el dedo del sabio, si no ves dónde está señalando?
Ver lo que tú ves, solamente es la luna,
ver lo que señala el sabio, es simplemente la luna, ver al sabio o el dedo que
señala, es cerrar los ojos para ver lo que ve el sabio.
El Sol desde lo lejos, le da luz a la Luna.
Sin poder verle, aún puedes estar recibiendo su luz, gracias a Ella.
La Mente Pura, debe brillar en la mente
ordinaria, porque la Verdad es que el único brillo, la única luz, es la del
Sol.
El
brillo: “del dedo, del sabio, de la Luna, de tu mirada, de tu desesperación, de
tu ignorancia, es la Luz del Sol”. En su deambular por el cielo, el Sol no
busca nada que iluminar, solamente siendo sol, se manifiesta como Luz en Todo”.
Es tu mirada, tu ignorancia, la que debe
iluminar Todo, siendo el Sol.
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