No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

sábado, 2 de julio de 2016

LEER



         Leemos filosofías, religiones, novelas, historias, noticias, como fuente de información, para ampliar nuestro conocimiento, para saber lo que somos.
          Las religiones, las filosofías en sus fábulas en sus escritos, nos hablan para que aprendamos. Lo que no sabemos o realmente vemos, es, qué es lo que tenemos que aprender. Cuando aprendemos lo que nos enseñan, extendemos el conocimiento de la persona que lo ha escrito o de la que nos lo ha contado. Cuando aprendemos lo que hemos aprendido, siendo genuino, al menos en mayor grado que hacerlo con lo que nos enseñan, todavía no es un aprendizaje de lo cercano, de lo importante.
          Ananda tuvo el problema de estar demasiado cerca de Shakyamuni, para poder ver con claridad. Nosotros vemos a veces la verdad de lo que leemos, la verdad de lo que comprende nuestra mente, lo que siente nuestro corazón o nuestro cuerpo, o comprendemos las palabras, lo que la persona que escribe ha querido decir.
          Todo ello es aprender en la lejanía, la ceguera que nos impide ver lo cercano, lo que aprende lo más cercano. Leemos la fábula e inmediatamente pasamos a juzgar y discriminar al monje o personaje que vive la situación y actúa.
          Las fábulas sociales, puede que a veces al ser escritas sea lo que pretenden, pero no es lo que pueden o deben enseñarnos. Las religiones, las filosofías no nos hablan de personajes, nos habla de nosotros, de “Mí”.
          Quizás es en ese punto donde el Budismo y especialmente el Zen, donde son más exigentes. No se habla nunca del monje, de la bandera, del perro, de Buda, del Espíritu, de un Dios o del cuerpo, de Mara, ni del Nirvana, se está escribiendo sobre Mí, no hay nada que entender, solamente lo que soy es lo que es mi entendimiento.
          En Budismo es normal y frecuente en los Sutras encontrarnos conque el Ser es el No-Ser. Porque no se habla de la entidad, ni de lo que percibimos ser. No se habla del Espíritu, ni del Ser Superior que manifestamos, nos habla de nuestra Seidad, palabra que no viene en el diccionario: cuerpo, mente, alma, espíritu, yo superior, yo animal, todo cuanto existe en nosotros, sin poder ser percibido por manifestarse Siendo.
          En la Biblia, nos dicen que Dios trabajó durante seis días en la creación, para descansar el séptimo día: “La Eternidad”.
          Nosotros percibimos a ese Dios: como entidad, como alguien que realiza la Creación, para posteriormente desentenderse de ella. Eso es lo que dice el Libro, la religión y sus propagadores.
          En cambio el Universo sigue expandiéndose, nacen estrellas y galaxias, desaparecen estrellas y galaxias, nacen nuevas vidas y se transforman otras.
          Más o menos como nosotros, estudiamos algo, pensamos en hacer algo y posteriormente lo hacemos, lo utilizamos o lo dejamos a otras personas para que lo utilicen.
          Eso es lo que se llama trabajar, crear, poder contemplar lo que hemos hecho o creado, y recibir la satisfacción o la recompensa de usar lo creado. Pero estamos hablando de “Mí”, no de lo que percibo que soy, independientemente de lo elevado de mi percepción: “Espíritu o submundo, amor u odio, bueno o malo, Dios o Creación, Yo superior o yo animal, ego o espiritualidad”, es algo que estoy percibiendo, externo o interno, hay una parte que percibe a la otra, por lo que el cambio puede percibirse en el tiempo.
          El Zen nos habla de la Seidad,  del no hacer, del No-Ser, porque es lo que estamos siendo en el Aquí y Ahora Eterno. No hay Creador y Creación, el descanso de Dios, es la Seidad, siendo Creador y Creación, por eso no se interrumpe la Vida. Nuestra comprensión no es lo que entendemos sino lo que somos, lo que leemos no se refiere a alguien externo o interno con respecto a nosotros, está hablando de Mí.
          Vivir en Zen no es buscar o encontrar, es el no-vivir del Siendo, la Seidad. Cuando leemos desde el Zen, no se trata de comprender lo que significa, lo que enseña o entendemos de la fábula, es Ser Fábula, lo que nos lleva a la no-comprensión.

          Por eso Zen es la máxima cercanía, donde no puede haber comprensión, porque solamente es el Mí, no del ego sino de la Seidad.


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