No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 21 de diciembre de 2016

LA MONTAÑA


          En lo poco que conocemos del universo, hemos encontrado grandes mares: “Sin agua, con agua, con gas, con fuego, sin saber todavía de qué serán los que encontremos en otras estrellas, en otras galaxias”. Lo que hemos encontrado en todos ellos son Montes Majestuosos, emergiendo por encima de todo, para recibir la luz en sus cimas.
          La mayoría de las creencias antiguas y las religiones, siempre han tenido al menos un Monte Sagrado, emergiendo de todo para albergar a los dioses en su cima.
          En Budismo hay varios montes sagrados, los míticos de los Sutras y los que son contemplados como sagrados en su realidad.
          El Monte Central del Universo es el Sumeru en sanscrito y como yo le conozco en lo leído, Meru en las referencias que encuentro mayoritariamente en Internet. En su interior, a su alrededor, los diferentes Universos, sus mares y continentes; por encima, los diferentes cielos. Océanos de leche, de néctar, de agua salada, de agua dulce, de mantequilla líquida, que aparentemente son alegorías.
          Muchas personas buscan en la literalidad de las palabras, de lo narrado, tratando de mostrar las equivocaciones o la falsedad de lo enseñado. Me pregunto si algún día nos comunicamos con otras galaxias y les decimos que estamos en la Vía Láctea, si saldrán de viaje sin comida, para alimentarse solamente de leche hasta que lleguen.
          La simplicidad del Zen, le llevó a tener una sola montaña: con su base, la montaña y la cima. La simplificación del relato nos lleva a creer, que si escalamos la montaña, podremos llegar a la cima.
          Comparamos y tratamos de conocer sus diferencias, su importancia, cuál es primera o más necesaria para la montaña, para el Zen.
          El otro día, leía una frase del Zen en la página de Lucía, como muchas veces el Zen se expresa en la simplicidad, pero no en la de la diferenciación o discriminación, sino en la Simplicidad de lo Absoluto. La frase: "Es la base de la montaña lo que sostiene la vida, no la cima".
          Somos esa base, no las personas, ni tan siquiera nuestra galaxia, Todos los Universos somos la base sobre la que tiene que asentarse la montaña.
          Una vez que crece la montaña, cuando se ha concluido la cima, sobre ella debe crecer el Loto en el que se sentará Buda.
          Simple sencillo, tenemos la base sobre la que crecerá la montaña y el resto será la consecuencia natural. Buda aparecerá y nos traerá el final del sufrimiento, la Humanidad, el Amor, y la Armonía.
          Pero no es de materia solamente de lo que se tiene que construir la base. Solamente cuando hay suficiente Humanización, Amor, Armonía, Aceptación, Compasión, podrá crecer la montaña con el alimento necesario para que crezca el Loto de los Mil Pétalos.
          Dice Shakyamuni que: “Buda es Todo; que ser Todo, es la única forma de Ser Buda”.
          Dicen los Maestros que: “Lo Ordinario, es la Naturaleza de Buda”.
          Somos nosotros los que tenemos que albergar esa Naturaleza que hará posible crecer la Montaña, hasta llegar a su cima.
          No hay montaña sin cima, y sin montaña desaparece la función de la base. Es la Vida la que permite la existencia de la Montaña, la que la sostiene, pero es la Naturaleza de lo Ordinario, la nuestra de todo el Universo, la que permite el crecimiento del Loto de los Mil Pétalos, que permitirá que realmente nazcamos y existamos como Buda.
          Dicen los Sutras que sin Universo, sin personas, sin gente, ("Sin Sangha") “No hay Buda”, pero sin Buda no puede haber necesidad de Loto, ni de la Montaña, dejaremos de ser la base de algo, que permita la existencia en Unidad, en el Amor, en la Armonía. Para ser una existencia plana, deshumanizada y sin esperanzas de que podamos descubrir el Amor en nosotros.
          Porque Buda solamente puede nacer en Todas las Individualidades, o no podrá cobrar existencia más allá de cómo meta de unos seres engreídos, que se llamaron a sí mismos: “Humanidad”.


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