En
el siglo XII, nace la Inquisición, la defensa del Dios de las palabras habladas
y escritas, y durante varios siglos, el cristianismo cae en manos: De la ignorancia de Dios, de su Espíritu, de su Naturaleza, de su Amor Incondicional por toda la
Creación.
Son
los propios ciudadanos los que acusan a los que no les gustan, a los
diferentes, a los que poseen lo que ellos desean y a veces, a los que no seguían
las regla fijas y obligadas, de cómo amar y respetar a Dios.
Ahora
la Ignorancia está en el Islam, un Dios de amor, establecido en sociedades
diferentes a las actuales, comenzado su mensaje en las tribus nómadas, se crean
reglas para llevar la armonía y la unión a esa sociedad.
El
cambio que se realiza en los primeros siglos, se ve en sus filósofos, científicos,
matemáticos, su cultura y avances, y como en otras religiones comienza el
olvido de Dios: en la expansión, en las conquistas, en la dominación de
culturas diferentes a la suya.
En
nuestros días, han sucumbido al karma de las religiones, esa época oscura donde
sobre todo, lo que domina aun por encima del odio, es el desconocimiento, la
profunda ignorancia de lo que es el mensaje de Dios, de Allah, que sin distinción
de la religión que se mire, es de Amor.
Ahora
la solución está en manos de los propios musulmanes, pueden, como en una época
de ignorancia hicieron en ella los cristianos, acusar a sus vecinos y amigos, para
conseguir beneficios. O bien pueden agradecer que se les haya acogido, o hay
que acogerlos debido a sus propios errores en sus países de origen, donde los
odios, las diferencias y la ignorancia de la Enseñanza de Allah, que es de
Amor, ha hecho que luchen por las formas, en lugar de por el fondo, del Espíritu
de Amor, convivencia y armonía que encierran, a veces casi ocultas, las
enseñanzas de las religiones. Son ellos los que conocen a los que no entienden
o no siguen la verdadera enseñanza de Muhammad o Mahoma, la de la concordia y
armonía, que no es la imposición o destrucción de los que no piensan o llaman
por el mismo nombre al Dios Único.
Son
ellos en fin, los que tienen que parar a los asesinos, a los que no entienden
nada más que el odio, porque son ellos los que los conocen, los que saben dónde
se enseña la doctrina del odio y la intransigencia.
En
una época de ignorancia, el cristianismo vivió esa extremización de la letra y
las interpretaciones de lo que era la enseñanza de Dios.
Solamente
hay una enseñanza que pertenece a Dios y es la del Amor, y cuanto conlleva
vivir por y para amar, los unos a los otros, como Dios nos Ama. Dios tiene su
templo en nuestros corazones, en cada uno de nosotros, cuando amamos. Cuando
dejamos de amar, Dios no puede vivir, hablar o manifestarse en nuestros
corazones, impedimos escucharle y solamente el odio y la ignorancia de Él,
puede ser manifestada.
Asesinar,
autoinmolarse, no valorar la vida, nunca puede ser hecho en el nombre de ningún
Dios, solamente es en el nombre de nuestra propia ignorancia.
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