Se
pierde en el tiempo, el momento en que el hombre se siente abrumado por la
violencia y la ira acumulada en su especie. No es solamente la defensa por su
supervivencia, es desde casi el principio de su aparición, que usa la violencia con
la que se manifiesta con las otras especies y la suya.
Hoy
día, en los estudios de sicología, podemos estudiar la violencia y crueldad que
pueden ejercer los débiles y los cobardes, espoleados por su miedo y falta de
confianza. Solamente es necesario que sobrepasen los límites del miedo, sientan
la protección de las leyes o simplemente actuar a traición o inesperadamente, o
sentir miedo en los demás, cuando surge toda su crueldad.
El
hombre, siente su debilidad frente a los demás depredadores desde el principio
de su existencia, hasta que su habilidad para usar utensilios que le ayudasen
en sus peleas, espoleada por el miedo, hace que poco a poco, se convierta en el
depredador más violento y cruel. Capaz de destruir, simplemente para demostrar
su superioridad, sin ser necesario.
Es
algo que no hemos reconocido, diciendo que somos hijos de dios, sus herederos,
la humanidad, nos hemos ocultado esos sentimientos que no han sido superados o
convertidos en amor y dignidad, hacia los seres más débiles, hacia los
necesitados. Que debiera ser la lección aprendida de nuestra debilidad, miedos
y haber podido subsistir como especie. Erradicando por su aceptación, la cobardía y la crueldad.
Hoy
tenemos en las noticias el “bulling”, la violencia de género, las esclavitudes
sociales, los abusos de bandas, y tantas clases de violencia como nos rodean.
El
sistema sigue siendo el mismo utilizado a través de la épocas, leyes, proteger
a una de las partes, castigos, tratando de no entrar en llamarlo por su nombre y tratarlo
desde la raíz.
Empujados
por nuestra debilidad y cobardía, hemos basado nuestro desarrollo en dominar o
controlar a los demás, en conseguir poder de cualquier tipo, sin importarnos si
teníamos dignidad o no, hasta el punto de que apenas sabemos hoy día su
significado, apenas conociendo la palabra y casi siempre para referirnos a los
demás.
No
se trata de controlar los problemas, ni de prohibirlos, ni de crear leyes y
castigos para los abusadores, para los que esconden su cobardía controlando a
los demás o asustándolos o impidiéndoles el poder vivir sus vidas.
Debemos
reconocer nuestro miedo, nuestra cobardía, para aceptar ser responsables de
nuestra vida, para no necesitar culpar a los demás de nuestra inutilidad, de
nuestra falta de respeto hacia nosotros mismos, que necesita de rebajar, de
dominar, de ver el miedo por nuestra crueldad en los demás, para poder aguantar
vivir nuestra miseria humana, nuestra miseria como personas, nuestra indignidad
para aceptarnos.
No
podemos obligar a vivir sus vidas a los que no aceptan su cobardía, no importa
el castigo o las leyes. La única salida para el cobarde que no se respeta y
acepta sus miedos, es el abusar de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario