Buscamos, aquello que deseamos destruir, olvidar. Algo inexplicable,
pues ni en nuestras más horribles pesadillas, diríamos esa motivación para
cumplir nuestros deseos, para mantener nuestra búsqueda.
Escribía hace tiempo de un niño que deseaba ver sus ojos, dándose cuenta
con el tiempo, que nunca había visto
realmente sus ojos, sino los ojos del agua, del espejo, de las fotografías,
gracias a los ojos que nunca pudo ver.
Buscamos la: “Humanidad,
la paz, la convivencia en armonía, una sociedad justa, muchas cosas que
deseamos encontrar en algún lugar, en posesión de alguien, con una forma
perceptible y que podamos tocar”.
(22 - II - 78)
A la luz de la vela,
Pienso en un niño,
Que buscando, buscando,
Se encontró un día perdido.
Preguntó a las estrellas,
Al sol, al viento,
A cuanto encontró en su camino,
¿Donde está Dios?,
Todo le contestaba,
“Pregúntale al río”.
A él se acercó,
Triste, cansado y compungido,
Al preguntarle, solo vio,
El rostro cansado
De un niño perdido.
¿Qué
podemos contemplar a nuestro alrededor, sino nuestro reflejo?, no hay en el “Río
de la Vida”, más imagen que nuestra cara, nuestra creación. No hay más Dios que
el que estamos contemplando, a imagen y semejanza de nuestra imagen en el agua.
Buscamos en
la Vida, aquello que no hemos creado nosotros, algo que no sea a nuestra imagen
y semejanza. Buscamos en nuestras luchas una sociedad en paz. En nuestra ambición
una sociedad justa. En nuestro egoísmo, una sociedad armoniosa.
Es nuestra
búsqueda, la que impide que la encontremos. Es el deseo de encontrarla lo que
hace imposible que la encontremos. Tenemos que crear en nosotros esa armonía,
esa justicia, esa paz, para que sean las que ven los ojos del charco, del
espejo. Una sociedad que refleje lo que siempre es reflejado: “Lo que somos nosotros”.
Celebramos el
crimen, la muerte, el asesinato de Jesús el Hijo de Dios, sin darnos cuenta que
es el buscar el por qué de esa muerte, cuando olvidamos que es en nosotros
donde muere el Hijo de Dios, que somos nosotros los que le asesinamos al no
permitirle nacer, vivir y manifestarse en nuestro propio ser.
Buscamos dentro,
olvidándonos de afuera. Buscamos afuera, olvidándonos del dentro. Fuera está
nuestro reflejo, dentro lo reflejado, los dos son uno mismo, no pudiendo
existir el uno sin el otro.
¿Qué podría
reflejar el río, si yo no me asomase?
Todo lo que refleja y es reflejado, lo
que muestra la existencia y la inexistencia, se llama Dios. Dios
es también aquello que no refleja ni es reflejado, lo que no muestra
existencia e inexistencia.
No hay Buda sin el
hombre, pero tampoco habría hombre sin Buda. No hay Universo sin Dios, pero no
existiría Dios sin el Universo.
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