A veces miramos, si aceptamos o no lo que
está acaeciendo, lo que estamos recibiendo, partiendo de la base, de que algo
nos es debido por la Vida y la Sociedad.
Dedicamos la vida a culminar nuestros
deseos y metas, con la seguridad de que nuestro esfuerzo tendrá la recompensa,
que nosotros o nuestros antecesores hemos determinado en nuestros pensamientos
y escritos.
David, recibió grandes dones de su Dios,
cuanto deseó fue cumplido y no le fue suficiente, contraviniendo sus acuerdos
con Dios.
Salomón deseó y pidió Sabiduría, que le
fue concedida por su Dios, pero fue insuficiente, pues defraudó a la Sabiduría e
incumplió los acuerdos con su Dios.
Moisés pidió una tierra, hogar y libertad
para su pueblo, sus deseos fueron aceptados por su Dios, pero Moisés no pudo
mantener sus acuerdos, su confianza, incumpliendo sus compromisos con Dios.
Pedro era la cabeza de la Iglesia del Hijo
de Dios, el que continuaría el trabajo, la dedicación a Dios Padre de Jesús,
pero negó no solamente al Hijo, sino el trabajo que tendría que llevar a cabo.
Jesús tenía la seguridad de ser el Hijo de
Dios, su imagen en la Tierra, pero tuvo que luchar con sus tribulaciones y
dudas, antes de entregarse al Padre.
Pablo comprendió el mensaje, pero luchó
por establecer una Iglesia, de acuerdo al Espíritu que él encontró, más que la
aceptación de que solamente Dios es el rey y el pueblo.
Entre todos, solamente uno nunca deseó
nada, nunca tuvo un yo que buscase algo, vivió manifestando a su Dios,
aceptando a su Dios, nunca creyó poseer algo, ni tan siquiera su cuerpo. Viviendo
en la Aceptación, teniendo nada, nunca le faltó. Siendo nada, sin tan siquiera
un yo, fue Felicidad en un mundo de dolor.
Quizás no sea el más conocido, puesto que
en su vida, no deseando nada, nada logró, su nombre Job, dicen que el Santo
Job, pero en su aceptación de la Vida, solamente se manifestó su Dios.
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